Muerte y espectáculo: parcas en la era Internet
En otros tiempos -más allá de las guerras o epidemias- no se asistía, a lo largo de una vida, al funeral más que de dos o tres ciudadanos realmente célebres que paralizaban el ritmo de una comarca. Pero ahora, en la época de internet, prácticamente cada semana estamos de luto y sobrecogidos por alguna muerte y por ello, puede hasta parecer ridículo u ofensivo además de banal referirse públicamente en facebook al nuevo cadáver que pasa a engrosar la lista interminable de fallecimientos del año, en lo que parece un desfile de almas no muy distinto del de las pasarelas de moda. Razón por la que entiendo que se planteara esta cuestión en facebook que me parece tan interesante contestar puesto que todo este proceso de loas y salves continuados, sin pausa, podemos entenderlo de otra manera mucho más inquietante. Esto es; como la posibilidad de que este mundo donde no existe apenas transición entre la vida y la muerte (puesto que siempre hay alguien que se está muriendo en tiempo real en el ciberespacio, hasta el punto de que apenas tenemos tiempo para hacer nuestras vidas pues hoy nos enteramos que se muere aquel poeta italiano, mañana un familiar y pasado ese admirable músico finlandés), se esté progresivamente convirtiendo en un purgatorio. Y, finalmente, de seguir así, otro vestíbulo del Valhalla o el Hades, de tal forma que, de una u otra manera, tengamos actitudes y experiencias durante nuestra existencia más propias de muertos que de vivos. Corramos el riesgo real -como autentifican tantas y tantas películas actuales- de convertirnos en zombies. Habitantes una cultura muerta hecha para muertos que viven de los recuerdos y alabanzas a esos muertos. Algo que la fascinación actual por los vampiros y novelas policiales donde importan más los crímenes que su resolución, pone muy de manifiesto.
Autor: Alejandro Hermosilla
Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.
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