Dejo a continuación un nuevo avería dedicado a Frank Zappa. El cual recomiendo leer escuchando uno de los temas de Zoot Allures: «Black Napkins».

Mosca cojonera

Desde hace unos días, estoy leyendo las Memorias de Zappa y, obviamente, todo el mundo a mi alrededor ha sufrido una transfiguración. De repente, los cojines han pasado a convertirse en cojines eléctricos, las hormigas en hormigas eléctricas y los niños que juegan en las calles (¡alguno habrá!) en cromos de la Pandilla Basura.

Los grandes creadores, los artistas con personalidad, imbuyen con su aura todo lo que les rodea. Básicamente, todos tienen un lenguaje propio, exclusivo. En su libro, Zappa habla del tiempo que pasó de niño jugando con explosivos. Pero a los explosivos no los llama siempre explosivos. De tanto en tanto, se refiere a ellos como cosas que hacían pum. Creo que eso mismo hacía Zappa con su guitarra. Muchas veces tocaba la guitarra, sí, y lo hacía como se toca una guitarra pero en otras ocasiones tocaba una cosa que hacía riffs, o que hacía crij. Esa es una clave para entender el mundo Zappa. Los objetos no son inertes. También actúan. Las cosas no son sólo cosas. Hacen cosas. Están vivas.

…………………………………………………..

Zappa era (y es) la mosca cojonera del rock. Zappa es de los pocos (tal vez el único) músico de rock que fue más allá de las facilonas (necesarias por otra parte) críticas al capitalismo. Le mostró un dedo también a los hippies y a los punkies. De los hippies odiaba su pacifismo de pacotilla. Los hippies no eran rebeldes, eran obedientes. Si la sociedad estaba jodida, cuando las flores se marchitaran, emergería la mierda. Y mal que nos pese, tuvo razón. Woodstock se terminó convirtiendo en un anuncio de la MTV y la polución industrial se extendió hasta las comunas más alejadas del flower power. Las arrasó como un vendaval.

Los punks, por otra parte, no eran más punk que Zappa. Hay decenas de canciones punk que se pueden tatarear. Muchas son himnos del rock. Contienen épica. Reto a cualquiera a que intente hacer lo mismo con los temas de Zappa. Lo más lógico es que la boca se le doble al intentar tatarear sus temas. Si alguien se pone a entonar un tema de Zappa, acaba convertido en un personaje de cómic, candidato a participar en Mortadelo y Filemón. Lo dicho, más punk que los punks. Sobre todo, por actitud. Sarcasmo e inteligencia. Su padre trabajaba con gases venenosos. Y Zappa, al parecer, heredó el trabajo. Sus declaraciones, muchos de sus discos eran gases venenosos. Aún hoy cuesta digerirlos. Son zona prohibida para mentes dóciles.

…………………………………………………..

Zappa probablemente fue el músico más vivo y rabioso de su época. En realidad, era una mezcla entre un músico de Bebop, un compositor de dibujos animados y un rockero. Surgió del encuentro ente Varèse y una bomba nuclear. Podía tocar, si lo deseaba, como tocaban la mayoría de bandas a su alrededor pero nadie podía tocar como Zappa. En realidad, da la impresión de que si se ponía en serio, podía casi igualar a Hendrix. Obviamente, nunca iba a llegar las alturas del músico de Seattle pero supongo que se entiende lo que quiero decir. Zappa podía tocar lo que le diera la gana. Por eso a veces le daba pereza tocar como le daba la gana, Desde luego, lo que no deseaba (ni en broma) era ni emular ni estilos ni repetirse. Obviamente, nadie se atrevía a seguirle en su camino a ninguna parte, tan alejado de las sintonías de FM o de todos esos músicos que se partían el culo por tener un número 1. Zappa era un grillo. Sus canciones hacían cri-cri. Las de los demás, podían sonar en todas las radios y discotecas, pero no hacían cri-cri.

Lo de Zappa eran violentas masturbaciones musicales. Nada de sinfonías cósmicas. Su Dios era el ruido, no Mozart. Lo mismo estaba a gusto con los músicos de blues o de jazz que componiendo un tema parecido a un cuadro cubista o una silla de heno. La música de Zappa emitía zumbidos, intensos zumbidos, como las moscas cojoneras. Sólo a una mosca cojonera se le ocurre comenzar una autobiografía hablando de mierda. Concretamente, aludiendo a la leyenda urbana que dice que se cagó en un concierto.

Zappa era una patada en los cojones de la cultura pop. Zappa es la más grande patada recibida por la cultura pop. Al menos la que más daño le ha hecho. Con el tiempo vamos comprendiendo mejor por qué.

…………………………………………………..

La música es lucha en Zappa. Es arisca. A veces inconexa. Otras, fluida. Casi siempre sexual, excitante y sarcástica. Resulta difícil seguirla porque es un insecto vivo. Un escarabajo eléctrico. Zappa es un estado de ánimo. Un estado de ánimo que no vuelve a repetirse.

…………………………………………………..

A Zappa te lo puedes imaginar irritando a la gente de izquierdas y a los de derechas. A los de las ideologías. A los que miran primero el dedo del político antes de subir o bajar el pulgar. Si Zappa se hubiera visto en idéntica tesitura que Umbral (que lo traen engañado a un programa de televisión donde supuestamente se va hablar de un libro suyo) creo que habría ideado algo perverso. Lo mismo cuando le hubieran dado la voz se habría puesto a tocar una guitarra distorsionada a máximo volumen, obligando a los directivos a cortar, o lo mismo se hubiera puesto a hablar en un lenguaje extraño, inventado.

Lo que es casi seguro es que ahí el enojado no hubiera sido él. Zappa tal vez no hubiera levantado la voz altanera como Umbral. Probablemente se hubiera cagado en el asiento y se hubiera largado a tomar algo en un pub.

…………………………………………………..

Zappa repitió una y otra vez que su ídolo de juventud era Edgar Varèse. Una declaración que, en ningún caso, era una boutade. Era totalmente cierta. Más allá de los homenajes que le rindió, el influjo de Varése tanto musical como espiritualmente siempre estuvo presente en su trayectoria. Obviamente, Zappa voló más lejos (o al menos muy lejos) pero la conexión Varèse de su obra siempre estuvo presente. Un factor que a mí siempre me ha ayudado a comprenderlo mejor. Cuando escuchamos, tirando de tópicos, a Mozart, sentimos la melodía, un ruiseñor cantando, todo es sinfonía. Eso no ocurre con Varèse. Un músico mucho más difícil de atravesar. Alguien que construye un muro con las melodías con tal intensidad que me atrevería a decir que, por momentos, es más inabordable que Schoenberg o Stockhausen. Pues bien, eso es lo que ocurre muchas veces con Zappa. Que es el Varèse del rock. Cualquier día podemos ponernos a escuchar a Chopin pero sólo muy pocos a Varèse. Sabemos que estamos adentrándonos en territorios no muy comunes.

No quiero que se me malentienda. Así que repito. Uno normalmente tiene ganas de escuchar a Mozart. Le cuesta mucho más hacerlo con Varese. Cuando lo hace, eso sí, la intensidad, cierta originalidad, cierta violencia allí presente, nos obligan a prestarle toda nuestra atención. Zappa, además, a veces respeta las melodías. Pero a veces toca los temas uno o dos compases más veloz de lo normal. Como si estuviera realizando una sátira o componiendo para dibujos animados. Y en ocasiones los coros que utiliza parecen una parodia de los coros de las típicas canciones del soul y no unos coros serios, que intenten emocionar.

………………………………………………..

Tenía que ser difícil ser Zappa para el propio Zappa. Sus temas pop eran esculturas de metal. Era difícil transmitir eso y más que te entendieran. Si tuviera que definir su música y actitud con una palabra la definiría así: un cuaderno cuyas hojas están llenas de tachones y dibujos de microbios gigantescos. El ataque de las hormigas eléctricas. Shalam

إذا لم تحصل عليه، لم يكن لديك للحصول عليه

Si no lo captas, es que no tenías que captarlo