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Mentiras

Ene 1, 2020 | 0 Comentarios

Debo reconocer que me han impresionado los Diarios de Andrei Tarkovski. ¿Por qué? Por muchos motivos pero, entre otros, porque critica sin ninguna piedad obras de Luis Buñuel, Andrei Zulawski, Stanley Kubrick e innumerables cineastas más. Tanto es así que no conozco crítico de cine más sincero que el director ruso. Su opiniones no son crueles pero sí duras. Tarkovski es seco y claro. Expone perfectamente lo que le gusta y lo que no sin miedo alguno. Todo lo contrario de lo que hoy ocurre.

Hace poco hablaba de la relación de Andrei Tarkovski con Dios. Creo que la honestidad de sus reflexiones personales radica precisamente en ese aspecto central en su vida. El director ruso se veía obligado diariamente a esquivar la censura de su país. El cerco estalinista. Junto al tema económico, esa era su principal preocupación dentro de los territorios creativos. Pero, más allá de las opresivas autoridades rusas y la financiación, no tenía más obligación moral que con Dios. En sus Diarios dialoga con el resto de la humanidad y con el creador. Y eso le permite ser auténtico. Podemos estar de acuerdo o no con sus opiniones, pero todas ellas son verdaderas. Resultado de sus experiencias y búsquedas interiores. ¿Quién sería capaz actualmente de confesar todo aquello que no le agrada? Yo mismo llevo varios meses guardando mi opinión sobre Solenoide por si pudiera perjudicarme y para no entrar en uno de esos estériles debates que de tanto en tanto se producen en redes sociales y no producen más que pena o asco

Seré claro. Me gusta Cartarescu. Respeto a Cartarescu. Casi que admiro a Cartarescu. Pero Solenoide me aburre soberanamente. Tengo serias dudas de que esta novela sea la obra maestra que decenas de escritores y críticos profieren en voz alta y en todo tipo de foros. Más que nada por su extensión. No por otro motivo. Creo de hecho que habría funcionado mejor con un tercio menos de volumen porque tanto la atmósfera como la tensión obtenidas tienden a diluirse con el paso de las páginas. Sin dudas, los episodios sobre el fin de la vocación poética del protagonista -un profesor de literatura de la Bucarest de Nicolae Ceausescu- me parecen muy logrados. Y también las descripciones fantásticas sobre las estructuras laberínticas de la capital rumana o las apariciones ya habituales en el resto de sus novelas de insectos que, de alguna manera, las entroncan con los textos de Franz Kafka. Pero, repito, que, a mi entender, le sobran páginas. Si este manuscrito me lo hubiera enviado un colega escritor y no lo hubiera publicado le diría que volviera a retocarlo, lo limara y sacara de su interior esa obra inolvidable que lleva dentro. Porque debido a su enorme extensión, yo al menos lo percibo como un proyecto irregular. Un gran libro que nunca pudo ser.

Os propongo este juego: imaginad que es un amigo quien os entrega un manuscrito de esta dimensión. Yo al menos no tengo dudas de que le señalaría que lo recortara. Y, ojo, que nadie se confunda. No estoy hablando de que me molesten las novelas largas sino que, a mi entender, esta en concreto de Cartarescu no termina de funcionar debido a esta extensión. Al Doctor Fausto, a Los miserables o a La montaña mágica poco les sobra pero a Solenoide tal vez demasiado. Hay filmes de tres horas que se hacen cortos y otros de noventa minutos que son insufribles.

Lo que amo de Tarkovski es su autenticidad.  Me creo todo lo que dice al contrario de la mayoría de textos que leo actualmente. El director ruso rinde cuentas con Dios y con su conciencia. Con nadie más. Y por eso no me molestan en absoluto sus opiniones a pesar de no estar de acuerdo radicalmente con muchas de ellas. Porque no escribe ni para medrar ni para recibir admiración sino porque realmente piensa lo que deja plasmado en el papel. El resto se lo deja a Dios al contrario de lo que habitualmente hacemos nosotros que se lo dejamos al resto de colegas o críticos buscando siempre un beneficio. Una actitud poco ética y probablemente también estúpida porque tal vez momentáneamente logremos confundir al mundo pero el paso del tiempo terminará por poner las cosas en su lugar. Y si algo tengo claro es que perdonará antes, mucho antes, a los artistas sinceros, que a los falsos. A quienes se expresan con sinceridad, aunque sea defectuosamente, antes que a los que lo hacen con calculada superficialidad y profesionalidad. Shalam

يجب أن يكون الفنان مثل الخالق ن. لديه لخلق كل شيء بنفسه

            El artista ha de ser como el creador mismo. Él mismo ha de crearlo todo.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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