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La señora

May 21, 2024 | 2 Comentarios

Dejo a continuación un nuevo avería dedicado en esta ocasión a una ciudad única: Venecia. El cual recomiendo leer escuchando el tema inicial de la banda sonora compuesta por Nino Rota para la versión cinematográfica realizada por Federico Fellini de las andanzas amorosas de Giacomo Casanova.

La señora

Cualquier día aparecerá un libro recopilando y analizando algunas de las mejores secuencias iniciales de la historia del cine. Si por algún azar del destino, me decidiera a hacer uno siempre colocaría la onírica y mayestática escena con la que se abre el Casanova de Fellini. Una esplendorosa celebración del veleidoso y nocturno espíritu veneciano que Fellini rodó (como la película al completo) en los estudios de Cinecittà merced al ímprovo esfuerzo del decorador Danilo Donati y un sinfín de colaboradores.

Tras los deliciosos títulos de crédito en los que contemplamos unos ondulantes reflejos marinos al son de una sinuosa melodía de Nino Rota, nos encontramos con esta escena que recrea la Venecia del XVIII y nos sumerge en la inauguración de su célebre carnaval: resuenan esplendorosas  invocaciones a la ciudad en medio de un mar de lámparas y un gentío enmascarado con sensuales antifaces. La solemne presencia del Dux da realce al poético vuelo del ángel entre un inacabable estruendo de gritos y petardos. El intenso y a la vez lúgubre colorido de las vestimentas dieciochescas desafía el solemne porte de las iglesias. La desenvuelta convivencia entre lo profano y lo sacro. Las mudas estatuas rivalizan en misterio con la lujuria festiva. Las góndolas se deslizan ágilmente entre la neblina de los canales siendo contempladas por festivas pantominas y muñecos. Las llamaradas de carnalidad se confunden con el sonido de unas trompetas que invocan deleites eróticos nunca vistos. Y como traca final, contemplamos la fortuita caída y consecuente inmersión de la gigantesca cabeza de Venus en el Gran Canal. Un signo de mal augurio que, sin embargo, viene a corresponderse perfectamente con lo que Venecia es: un refinado y sutil atentado contra la racionalidad. Un sofisticado canto dionisiaco a las fuerzas del sueño, el ocio y el thanatos. A la luna, al amor frugal y al instinto.

Resulta difícil sintetizar en menos minutos de los que utiliza Fellini aquello que Venecia es o más bien simboliza. Si tuviera que explicarle a un hijo el misterio que penetra y habita en la ciudad (a pesar del turismo) no dudaría en hacerle contemplar esta maravillosa escena que ejemplifica magníficamente aquello que afirmaba Jacob Burckhardt en La cultura del Renacimiento en Italia: que Venecia «se reconoció siempre a sí misma como una maravillosa y misteriosa creación en la cual había intervenido algo que estaba por encima del humano ingenio”. De hecho, el propio Marco Antonio Sabélico no pudo resistirse en su inmenso poema sobre la ciudad a poner la siguiente invocación al cielo en boca del sacerdote que consagró su fundación: “Si alguna vez intentamos algo grande, ¡haz que prospere! Ahora nos arrodillamos ante un pobre altar, pero si nuestros votos no son vanos, han de erguirse aquí para mayor gloria tuya, oh Dios, templos de mármol y de oro”.

Venecia fue siempre a su aire. Su carácter independiente y rebelde la convirtieron en un foco de disidencia contra los poderes centrales europeos e italianos. Ya mucho antes de conseguir su Independencia, la llamada Senerísima República no obedecía ni las normas regladas por Bizancio ni las del Sacro Imperio. Y ni siquiera tras iniciar su larga decadencia gracias a la toma de Constantinopla por parte de los turcos en 1453 perdió su orgullo y porte señorial.

Fue precisamente la gradual decadencia de Venecia (excluída de las grandes rutas comerciales) a partir del siglo XVI la que la transformó en esa especie de ciudad-fantasmática cuyo retrato nos legaran tantos artistas en los siguientes siglos. Fue ahí que comenzó a cultivar su imagen de decadente tapiz cultural, misterioso broche dorado, decorosa nave perdida que incita tanto a la melancolía como a la ligereza, a la contemplación vaporosa y al goce más florido y frugal. Un espejo soñado o espectral cuyo porte es más parecido al del sueño que a la realidad. No sólo porque, tal y como la visualizara George Simmel, cifrando su carácter onírico en este hecho, su vida se desarrolle sujeta “a un mismo ritmo” al no haber “animales que tiren de coches ni otros vehículos que arrastren la mirada del observador con velocidades cambiantes” sino porque es fruto de la mezcolanza de vestigios procedentes de los más distintos cónclaves. Lo que la convierte en una impura quimera. Un brebaje que disuelve cualquier imagen sólida y estable de la realidad, convirtiéndose en una metáfora del teatro del mundo.

Frente a las visiones pesarosas o sufrientes de la existencia producidas en la Alta Edad Media por la cultura católica o, más tardíamente, las ostentosas imágenes de guerra que los Estados-nación europeos produjeran, Venecia aparece jovial. Disuelve todo atisbo de tragedia y pesadumbre mediante un filtro vaporoso.  Se ríe, por ejemplo, de las pretensiones trascendentes de la técnica, de la razón o de la religión y aunque debe establecer un diálogo con estos ámbitos para sostenerse en pie, esto no es obstáculo para que los travista, los deforme y transforme a su antojo. Venecia planta sus raíces en el sueño, en lo leve y se comporta como si se tratara de un espejismo en la medida en que el placer obtenido al visitarla se renueva pero, al mismo tiempo, se disuelve cada día sin mayor pretensión de perdurabilidad.

Venecia está construida de manera contraria a la gran mayoría de ciudades occidentales donde lo “que se muestra” es la racionalización de los impulsos caóticos. Venecia dispone ante los ojos de los visitantes el revés del sueño racional y oculta el envés del mismo. Por más que, lógicamente, esta operación se realiza a través de un sutil y constante equilibrio de fuerzas que le permite ejercer sus funciones de “catedral” europea con eficiencia.

En suma, Venecia es tan vaporosa, tan sensual e irracional (y al mismo tiempo cavilosa y maquiavélica) que resulta lógico que exaspere e irrite a quienes busquen un rasgo de puridad ante su doblez. Siendo, a su vez, normal que su hundimiento y desaparición se haya convertido en un secreto deseo de la razón occidental. Al fin y al cabo, tal y como sostenía un personaje de El tañido de una flauta (la novela de Sergio Pitol): ni siquiera sus aguas son curativas. No sirven para nada. La ciudad estimula el ocio, la blandura, la sensualidad y, consecuentemente, los personajes de las novelas desarrolladas allí se desmoronan, agredidos por los sentidos; se dejan tentar por lo abominable”.

Venecia es un puñetazo en toda la cara al yugo del trabajo. Sus calles prometen la liberación de los deberes. Son una disertación bizantina y jovial sobre el amor y el ocio. Son una invitación a morir cada día. Nos recuerdan, en definitiva, que si algo lamentaremos al expirar es no haber amado tanto como podíamos haberlo hecho. Venecia, de hecho, es la antesala de la muerte. Ese es su secreto. Que allí, entre sus canales e iglesias, todo cobra otro sentido y lo que parecía importante deja de serlo para siempre. Shalam

الواقعي الحقيقي الوحيد هو صاحب الرؤية

El único realista de verdad es el visionario

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen…en apocalypse now cuando emerge del agua a ras de boca el capitan (martin sheen)….
    2imagen…el muelle bajo de cartagena tiene la misma estructura de entrada y de salida para las barcas y las personas (escalinatas).
    3imagen….toda la idea la comprendo en solo las dos caras adyacentes de la torre (identidad e iluminacion)….es mucho….
    4imagen….madonna la utilizó para su like a virgen…..
    5imagen…en vez de la banda hacerla circular la hace de forma piramidal….la llevas a la forma que sea necesaria porque lo importante es la musica….
    6imagen….las chimeneas de las cupulas (casa pedrera-gaudi), estas tres y la luna son mucho…sonrisa….(y el careto de donaldo tambien)…..
    PD..https://www.youtube.com/watch?v=s__rX_WL100…like a virgen…madonna..1984…

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Puro Apocalipsis now. Puro Werner Herzog. La Atlántida. 2) Se pueden casi sentir al fondo los acordes de una ópera de Rossini. 3) Combate en las alturas. Una torre defendida por el ejército francés en peligro. Napoleón lejos de Lyon. Muy lejos. 4) Ahora suena Mozart, que se ríe cada vez que suena un explosivo. 5) La Comedia Dell Arte. Todos son pantomimas en un guiñol. 6) La luna aquí está representada como si fuera una catedral más. La más importante de todas. PD: Me pregunto de dónde sacaron el león. Excepcional tema. Madonna hace lo suyo. Perreo italo disco.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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