Dejo a continuación un nuevo avería dedicado a un filme parecido a una hamburguesa de carne picada: Invasion Usa. El cual recomiendo leer escuchando el tema central de la banda sonora compuesta por Jay Chattaway.

Invasión

Llegó un momento en los 80, en el que los ejecutivos de la Canon sabían que no necesitaban hacer una película para que el público fuera a ver esa película. Así que tampoco cuidaban demasiado sus productos. La Canon convirtió en películas guiones que se le podían haber ocurrido a un adolescente en medio minuto. Pero lo hizo bien. La Canon era un poco cutre pero también espectacular y de esa mezcla emergió su magia.

De hecho, había bastante dinero detrás de cada una de sus producciones. El cine de la Canon no es ni serie B ni serie Z. Tampoco es exactamente serie A. Se mueve en una difusa línea que separa la A de la B. En Invasion Usa, por ejemplo, los agujeros de guión no importan. Tampoco importan las obviedades. De hecho, las obviedades se resaltan, no se esconden, y son las que en gran medida le dan carácter y personalidad al filme. Definen el estilo Canon. Pero, por otro lado, se cuida mucho la vestimenta de los actores (aunque parezca no cuidada), se imprime cierto realismo y sordidez en momentos protagonizados por «los malos» y hay algunas escenas de acción que directamente son espectaculares, mágicas, como la que se desarrolla en Invasion Usa en unos grandes almacenes. Tiene algún error que otro pero bastaría que se corrigiera para poder imaginarla en filmes del cariz de Terminator o Misión imposible. Superproducciones de acción.

La idea, supongo, era mantener pegado al espectador en su sillón. Darle basura pero basura buena y abundante. Así que se abusaba de la estética de videoclip, de los tiros y de los músculos pero, al mismo tiempo, se generaban momentos icónicos que forman parte de la cultura popular. Instantáneas ideales para ser colgadas como póster en un videoclub y aparecer como portada en un videojuego pirata.

La Canon, en cierto sentido, colonizó el incosciente de gran parte de los niños y jóvenes occidentales de los 80. Y eso no se podía hacer sin cierto talento, sin cierto carácter. Sus ejecutivos vendían diversión sin complejos. Un goce tan desacomplejado que, en vez de generar vergüenza, muchos de sus filmes terminaban provocando o bien estupefacción o bien admiración. Y, sobre todo, risas. Proporcionaban un rato divertido sin más, que es lo que se le había olvidado a muchos cineastas de autor y comenzaba en los 80 a ser mucho más difícil de encontrar tras el fin del Hollywood clásico.

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¿De qué va Invasion Usa? En realidad, aunque todo en Invasion Usa es muy obvio (y, por supuesto, su argumento lo es) no tengo muy claro de qué va. Y en el fondo, ¿importa? Sí y no.

Por un lado, Invasion Usa es un producto de la era Reagan. Es una de esas bestialidades que encumbran a los héroes violentos norteamericanos. Algo que se justifica demonizando a los rusos. A este respecto, las cosas quedan claras desde la primera escena. Una escena demoledora, trágica, (que no sé si se podría filmar hoy) en la que un grupo de refugiados cubanos que viajan a Norteamérica en un barco son acribillados para conseguir la cocaína escondida en la embarcación. En verdad, el acribillamiento no puede ser más perverso. Porque antes de que los cubanos sean masacrados, el villano (el agente soviético Mikal Rostov) les ha dado la bienvenida provocando una inmensa algarabía que se convierte en tristeza y dolor instantes después.

No obstante, ese será tan sólo el primer golpe de los muchos que vendrán después en los que quedará claro, clarito, sin ambigüedades de ningún tipo, la maldad de Rostov y los rusos. De hecho, esa es una marca del filme. Si se puede acentuar el mal, se acentúa. Así que, durante su metraje, los malos dispararán a niños, familias o grupos de jóvenes marchosos. Los malos siempre atacarán a la población más debil, sin piedad. Los malos no es que sean malos es que son peor que malos. Se encuentran en el extremo de la maldad. Son tan malos que casi que son máquinas. No piensan, no sienten. Sólo matan. Sólo hacen estallar explosivos. Y eso precisamente los humaniza y los caricaturiza y casi que los hace queribles. Son tan malos que al final son simples y provocan ternura aunque justo es reconocer que su crueldad a veces provoca tensión, repulsión, caso de la escena en la que Rostov acaba con un traficante de drogas. Digna por cierto del cine de Abel Ferrara.

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Invasion USA es un claro producto realizado para el lucimiento de su estrella principal, Chuck Norris. Todo lo demás queda en segundo plano. Supongo que en su época se gastarían unas cuantas bromas con la interpretación de Chuck en Invasion. Porque en otros filmes, Chuck se esfuerza por parecer coherente. Se le nota interesado en interpretar. Intenta cambiar de registro, ensayar gestos. Sin embargo, en Invasion Chuck no hace nada. Directamente se da un garbeo por la pantalla. Lo mismo sonríe que pone el gesto fruncido. Da igual. Como si se tomara un whisky o se metiera unas rayas. Da igual. A veces parece que se va poner a descojonarse pensando en la millonada que le pagaron por actuar. Queda claro, viéndolo, que Norris era diferente a Stallone o Schwarzenegger. No se tomaba en serio la interpretación ni falta que hacía. Básicamente, ironizaba sobre ella sin tal vez saberlo. En el filme a veces parece un dependiente de McDonalds que sabe que te está vendiendo comida basura pero te suelta una o dos consignas a ver si lo mismo crees estar comiendo algo nutrititivo.

Tengo la impresión por cierto de que hay diversas escenas en Invasion Usa en las que el director Zito quiere que creamos que estamos en un filme de John Carpenter o algo parecido. Y eso en el fondo es genial. Sumamente divertido. Marca Canon.

Creo, en cualquier caso, que Chuck Norris no interpreta a nadie en Invasion (ni tan siquiera a sí mismo) porque no era necesario. Básicamente, lo que hace aquí Norris es interpretar una fantasía: el guerrero invencible norteamericano. Una fantasía tan sobrada que, en resumidas cuentas, demostraba que, a mediados de los 80, el enemigo ruso ya no daba miedo a nadie. De hecho, si alguien siente miedo, miedo, en el filme es precisamente el villano ruso de Norris. Y digo Norris a propósito porque su personaje es lo de menos. Aquí Norris hace de Norris y punto.

En fin, dejando atrás las ironías, pienso que de eso va Invasion Usa. De que la pesadilla ya se ha acabado. De que por más que los norteamericanos se esforzaran en continuar pensando en la Guerra Fría, la misma ya no era en el fondo más que un fantasma. Por eso Chuck Norris no necesita ni interpretar a nadie ni casi esforzarse en el filme. Le basta con ser, con estar, con caminar y con disparar para vencer. Para corroborar que la guerra la han vencido los norteamericanos. Basta, de hecho, ver su uniforme de combate (cazadora vaquera sin mangas (o camisa vaquera) a juego con el pantalón) para comprender lo serio que se toma la defensa de su país. Norris no interpretó aquí porque no había nada que interpretar. La película no existe. Es un puto sueño. O más bien, un mal sueño. Y ya.

En realidad, Invasion Usa es una celebración. Es una fiesta del blockbuster. Y  más encubiertamente, un homenaje al país que, a medidados de los 80, ya tenía la certeza de haber ganado la Guerra Fría. Otra cosa es que la población en general lo supiera y que, aun sabiéndolo, pudieran borrar los fantasmas de cuajo.

Invasion Usa le decía a los cubanos que dejaran de una vez a sus socios y abrazaran la causa capitalista. Ese es, en el fondo, el único trasfondo que hay en juego en el filme. La relación Cuba-Estados Unidos después del fin de la Guerra Fría. El resto es una charanga. Un baile a mayor honra de Norris y Reagan. Carne picada marca Canon vendida en sobres espectaculares en todos los supermercados. Shalam

لا يوجد شيء يمكن أن ينمو ويموت بعمق مثل الإنسان

No hay nada que pueda crecer y perecer tan profundamente como el hombre