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En busca del Universo (1)

Sep 20, 2024 | 1 Comentario

Dejo a continuación el primero de dos (o tres, tal vez cuatro) averías que dedicaré a una banda única, especial: Rush. El cual recomiendo leer escuchando la preciosa balada que aparece en 2112: «Tears».

En busca del Universo (1)

Llevo semanas, meses, (tal vez años) escuchando semana tras semana algún álbum de Rush. A veces varios. Pero aunque lo he intentado varias veces, nunca he logrado escribir algo sobre la banda canadiense. Tengo la impresión de que Rush es uno de los grupos más difíciles de entender para los profanos pero también de que, cuando tras largo tiempo, alguien logra familiarizarse con sus discos, tiene que recurrir a ellos una y otra vez. Se convierten en adictivos sin mayor explicación, sin que alcancemos a encontrar un motivo claro. A pesar de que suenan diariamente en mi casa, Rush continúan siendo un misterio para mí.

Durante mi juventud, intenté en varias ocasiones hincarles el diente. Escuché en distintas ocasiones su celebrado 2112 pero nada, el disco no lograba transmitirme nada. Me parecía, de hecho, una macarrada mal hecha. Un disco de rock progresivo cutre. Algo a medio hacer, mal producido y mal ensamblado, que no dudaba que podía haber aparecido en el momento justo para tocar el corazón de muchos fans, pero que al menos a mí no me decía nada. Me frustraba, de hecho, escucharlo. La voz de Geddy Lee, desde luego, no parecía estar hecha para mí.

Soy muy consciente de aquellas primeras impresiones. Hasta hace tres o cuatro años pensaba lo mismo. No detestaba a Rush pero no los disfrutaba. El caso es que no los comprendía. No entendía a quién podían gustar ni cuál era su papel en el mundo del rock. Sin embargo, no sé muy bien cuándo, un día volví a escuchar 2112 y algo hizo en click en mí. ¡Ojo! Esto no se repitió días después. A la siguiente escucha, seguí sin entender el disco. Hasta que, de repente, una tarde cualquiera lo puse, estaba recordando momentos pasados junto a una antigua novia, sonó «Tears» y me sobrecogí. Me conmoví completamente. Definitivamente, Rush habían entrado en mi vida. Esa noche, escuché «Tears» una y otra vez hasta que la desgasté. Ya tenía un nuevo clásico del rock al que aferrarme. No sé muy bien para qué ni por qué pero Rush ya estaban en mi vida. Y ahí siguen. No se han ido.

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En realidad, resulta difícil escribir sobre Rush tanto para los profanos como para los expertos. Los fans de la banda canadiense suelen ser más cerebrales que la media, están muy bien informados, y es difícil que nada les sorprenda. Tienen tan estudiados a Rush que algunos podrían dar clase en el conservatorio explicando los compases de cada de uno de sus discos, las motivaciones detrás de todas sus piezas. Y por otro, tal y como me ocurrió a mí durante años, es muy difícil que alguien que no conozca a la banda, se enamore de ellos a primera vista o tenga la paciencia necesaria para introducirse en una obra que, eso sí, es de las más agradecidas que conozco. Es casi alquímica, parece no agotarse nunca. Cuanto más profundizamos en ella, más nos regala. Más sorprende.

Yo, de hecho, casi no reconozco muchas de sus canciones por más que las he escuchado en múltiples ocasiones. Algo que prácticamente no me ha ocurrido con ninguna banda y logra precisamente que acceder a un disco de Rush sea una mezcla entre una aventura y un rito cotidiano. Sabes más o menos dónde entras pero cada vez aparecen, surgen variaciones que te hacen visitar mundos nuevos o reconocer aspectos diferentes de la habitación en la que te encuentras.

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En cualquier caso, si es posible, durante los próximos días, ahondaré un poco en su discografía. Al menos en sus doce primeros discos. Una odisea por el rock progresivo que comienza mirando de frente a Led Zeppelin y se cierra prácticamente, en el otro costado, grabando algún que otro tema que no desentonaría en uno de los álbums de los Genesis de Phil Collins y con sus fans un tanto mosqueados. Entre medias, eso sí, un arsenal de álbums realmente buenos, alguno grandioso, y decenas de instantes mágicos.

Es a ellos lógicamente a los que irán consagrados, sobre todo, esos averías que iré publicando, como los dos que faltan de Scott Walker, sin un orden prefijado. ¡Si el rock y el arte son caos, honrémoslos así! Shalam

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1 Comentario

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen…la banca rota de los peluqueros…..
    2imagen….estos juegan «a parir la gata»……
    3imagen….clavo el tema (me sale estupenda y me muerdo la lengua)…….rictus de camilo sexto(el de naranja)….
    4imagen….y a este lo veo un poco txingurri valverde, jajajjj(hormiga)
    PD…subir las escaleras de espaldas…. https://www.youtube.com/watch?v=vd4aaoLE5co … ….peter gabriel….1978…rockpalast..the lamb lies donw on broadway….(urgente&emocionante)….

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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