Me parece realmente interesante la interpretación realizada por Slavoj Zizek de las protuberancias del rostro de Joseph Merrick: el hombre elefante. Aquel ser o (¿debería denominarlo «engendro»?) que protagonizó un soberbio film de David Lynch.
Señala el filósofo esloveno en Goza tu síntoma: «como lo expresa Gilles Deleuze: («Si usted está atrapado en el sueño del otro, está perdido»). El falo revelado, la distorsión fálico-anamórfica del rostro, es una especie de marca que atestigua que el sujeto está atrapado en el deseo del otro (la madre), entrampado en su sueño. En ese preciso sentido, el falo «aparece» en la protuberancia obscena sobre la frente del «hombre elefante» y la marca con la señal del deseo de la madre, como si ésta lo azotara con el látigo de su mirada».
Según creo, lo que dice Zizek es lo siguiente: el rostro perturbador del hombre elefante es una proyección del deseo incestuoso de su madre. Un reflejo de su culpabilidad por sentir ganas de gozar con su propio padre y, al mismo tiempo, una venganza contra su hijo por prohibirle con su mera presencia, realizarlo. O al menos sugerirle que no es legítimo aquello que está haciendo.
Tal vez, sí, mi explicación no sea correcta. Pero creo que no importa. A estas alturas, nadie dudará que Zizek más que un filósofo es un fantasioso. Un gran ensayista de la imaginación. Y acertar o no acertar a descifrar con exactitud aquello que dice no es la cuestión sino disfrutar con sus distintas visiones y lecturas. Un viaje en submarino por la cultura contemporánea. Shalam
0 comentarios