Tal vez los Marillion de Steve Hogarth sean olvidados con el paso del tiempo, aunque lo dudo porque creo que «This is the 21st century» no perecerá. Sobrevivirá a la matanza de los turcos y a la de los cristianos, a la vuelta de los dinosaurios y al hundimiento de los océanos, como lo han hecho los poemas de Petrarca o los tópicos del amor cortés. Más que nada, porque es una canción mágica y utópica. Se encuentra compuesta con tan acusada sensibilidad que es capaz de recrear un mundo maravilloso en medio de un vertedero nihilista y de hacer reverdecer historias de magos y caballeros a medida que el mundo va adentrándose más y más en un agujero negro y los seres humanos ya tan sólo exigimos a dios que tire de la cadena y acabe con esta farsa de esta vez.
«This is the 21st century» es un hermoso alegato contra la técnica y la lógica. Sincero y sencillo y por ello mismo, de una profundidad inabarcable. Es una canción llena de hermosas metáforas que ridiculizan a todos aquellos que lo más cerca que estarán de experimentar el amor será en una reunión swinger. Marillion se atrevieron a adentrarse donde ya no lo hace nadie. Recorrer la senda contraria a Marilyn Manson y Nine inch Nails, el rock industrial y el techno explosivo. Es decir; regresaron a aquellas tierras donde las niñas querían ser princesas y los niños morían por la religión, dios o el sentido del honor y no por un vaso de alcohol. Un mundo que ya no existe pero tal vez podría volver a hacerlo, al que homenajeaban como si fueran soldados medievales protegidos con armaduras combatiendo en medio de una guerra nuclear.
Marillion volvieron a entonar cánticos en honor a la rosa descrita por William Blake y John Milton con la serenidad con la que los flamencos componían sus lienzos y la certeza de que, a pesar de la estupidez y sordidez cotidianas, la vida tenía que poseer algún sentido. Hicieron, en cierto modo, suyas las enseñanzas de El principito y lo homenajearon a través de una letra enigmática y bella que únicamente se puede entender plenamente con el corazón. Ideal para escuchar en medio de una calle rodeados de ciudadanos anónimos o en la naturaleza.
«This is the 21st century» es una declaración de amor al arte y al ser humano tan emocionada como contenida. La prueba de que Gilles Deleuze tenía razón: el siglo XXI será humano o no será. Es una flecha lanzada contra la Universidad, la erudición y la lógica, tan elegante como clásica, alejada de cualquier moda. La lección de unos músicos que hablan como si fueran viejos profesores de filosofía fatigados de los libros. Es una oda que intenta acabar con la esquizofrenia cotidiana. Una ametralladora de conciencia y belleza que condensa en unos pocos versos las doctrinas de muchos sabios orientales y vale por cien lecciones de yoga. En suma, es una joya cuyo resplandor iluminará los tiempos incluso después de que el planeta se haya felizmente destruido, pues se encuentra forjada con una energía que asegura que allí donde se escuche, brotará la vida: las estrellas se aparearán y formarán estelas espaciales que ni los mismos dioses osarían imaginar. Shalam
أَدَبُ الْمَرْءِ خَيْرٌ مِنْ ذَهَبِهِ
El odio de los mercados siempre acaba llegando a oídos de los reyes
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