Leí hace varios días un pasaje de Las Memorias de Ultratumba de Chateaubriand que me llamó la atención por lo bien que transmite los cambios de comportamiento generales cuando las tornas varían y el poder empuja en dirección distinta a la acostumbrada.

Obviamente, los hechos aquí relatados pertenecen a la tan mentada Revolución Francesa. Pero creo que, haciendo un pequeño ejercicio de abstracción, podemos llevarlos a cualquier época. Pensemos si no en lo ocurrido con los discípulos de Cristo tras su sepelio o en todas esas purgas que tan bien conocemos ocurridas durante el Siglo XX. Por supuesto, también podemos conducirlos a nuestros tiempos. Al fin y al cabo, utilizando el típico refranero español o tirando de picaresca, es habitual que «los caballeros sin honra pero precavidos para no perder ni emolumentos ni albergue en el que pernoctar, miren antes de caminar o subir al corcel, en qué dirección sopla el viento».

Ahí la dejo: «Las regentas, dejando de ser venerables madres de familia, salían de sus lóbregas mansiones para convertirse en mujeres de brillantes aventuras. El sacerdote, en el púlpito, evitaba el nombre de Cristo y no se refería a él sino como el legislador de los cristianos; los ministros caían uno tras otro; el poder escapaba de todas las manos. El buen tono máximo era ser americano en la ciudad, inglés en la corte, prusiano en el ejército; ser cualquier cosa, menos francés. Lo que se hacía, lo que se decía, no era sino una sucesión de inconsecuencias. Se pretendía conservar a los abades comendatarios, y se quería abolir la religión; nadie podía ser oficial si no era noble, y se despotricaba contra la nobleza; se introducía la igualdad en los salones y los palos en los campamentos». Shalam

الرجال يحكمون من خلال أعينهم أكثر من ذكائهم، لأن الجميع يستطيعون الرؤية، لكن القليل منهم يفهمون ما يرونه.»

Los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven