AVERÍA DE POLLOS: Inicio E Música E Bolas y muro

Bolas y muro

Ago 14, 2024 | 2 Comentarios

Dejo a continuación un nuevo avería dedicado a un disco parecido a un muro de acero. El cual recomiendo leer escuchando la canción que le da título: «Balls to the wall».

Bolas y muro

Balls to the wall es puro granito. Un sofisticado muro de potente metal. Una máquina de triturar mentes. Una chaqueta de cuero emitiendo destellos en un club nocturno. Es la prueba de que el heavy era tan divertido como incontrolable en los años 80. Era un ring de boxeo en el que sobrevivían los más fuertes y auténticos. Casi un salvavidas en la era nuclear.

Se suele decir que Balls to the Wall es el álbum clave de los Accept de los 80. En gran medida, así es. Los dos primeros discos de Accept son disfrutables pero sólo en parte. A sus componentes no les dejaron satisfechos. Y es comprensible. Hay ciertos momentos de indefinición en ellos. A veces parece como si Accept hicieran rock de rodeo, en otras rock barrial (o punk descafeinado que no llega a ser punk) y también, por supuesto, demuestran su impulso heavy. Pero no terminaban de decantarse por uno o por otro estilo. O sí, pero no del todo. La máquina no terminaba de engrasar. La banda alemana estaba aún en pruebas. Un camino medio que era un tremendo error tratándose de Accept. Un grupo que no podía dudar. Que estaba obligado a pisar fuerte. A imponerse. A gritar. A golpear. A vacilar. A arrancar la moto e inmediatamente después estar en cuarta o quinta.

No obstante, todo tiene su tiempo. Accept dieron al fin en el clavo con su tercer disco: Breaker. Una obra llena de momentos épicos y míticos. Donde al fin hay magia. Riff de esos que lo dejan a uno sentado. Mística. Y, sobre todo, canciones que son casi espasmos mentales. Podrían aparecer en una película de Dario Argento o en una pesadilla. Son dignas de ser la banda sonora de Mad Max. Una locura repleta de ira que rápidamente logró que los fans del metal cayeran rendidos a los pies de una banda que no levantaba el pie del acelerador. De hecho, por momentos, casi que se inventaban o (al menos) ponían la directa para el surgimiento del speed metal.

Accept parecían querer ir más lejos que Judas Priest. Más lejos que nadie. Y no estaban dispuestos a hacer concesiones. Al contrario, como los chulos en un callejón oscuro, se empeñaban en hacerse más y más fuerte a medida que trabajaban, giraban y descubrían al fin sus verdaderas posibilidades. A medida que penetraban en su vertiente más dura.

Retless and wild confirmó lo apuntado en Breaker. Más aún. Retless parecía haber sido grabado en una discoteca ardiendo. Su portada no engañaba. Era una llama del infierno. Era una explosión de ira. Pura dinamita. Un viaje de vértigo a través de una carretera llena de parias. La banda sonora de una batalla callejera. Las guitarras dobladas eran diabólicas y la voz de Udo podía pasar por la de un niño poseído. Retless era un exorcismo. Un diabólico conjuro para soportar el mundo moderno y, sobre todo, tenía un single inolvidable. Un clásico instantáneo. Un himno del heavy metal mundial: «Fast as a shark». Un tema capaz de estropear la celebración de bodas más festiva en caso de sonar alto y de salvar a los más desesperados en caso de escucharlo en el momento justo.

Tal vez el único problema que tenía Restless era que los situaba en un camino demasiado peligroso. Demasiado esquivo. Accept no eran Scorpions. Sus baladas no conquistaban demasiados corazones. Sus salvajadas no conectaban con el público en general. En los 80 era muy cool escuchar «Big city nights», «Rock you like a hurricane» o Bad boys running wild» en un descapotable o incluso en una discoteca pero era imposible pinchar a Accept en antros modernos. Accept, sí, eran los más salvajes de Alemania. Pero no eran aún la bomba del heavy metal en que podían convertirse. Un grupo que aspiraba al menos a ser conocido por todos. Algo improbable pero deseable. Balls to the wall vino en parte a corregir este vacío.

Balls to the wall es el disco que hubiera hecho Giorgio Moroder en caso de haberse criado con biberones rellenos de temas de Iron Maiden y Sex Pistols. Nunca Accept sonaron tan ochenteros (sin perder su esencia). Tan violentamente ochenteros, claro. Bueno, sí, tal vez en el disco posterior, (Metal heart) pero nunca más sonaron tan contundentes y al mismo tiempo aterciopelados. Tan, por así decirlo, modernos sin dejar de ser ellos mismos. Probablemente a esta impresión ayuda la icónica portada que tanta polémica produjo en su época. Una indisimulada recreación de las fotografías de Robert Mapplethorpe que incluía una vertiente sadomaso u homoerótica que era casi un tabú o motivo de excomulgación (que se lo pregunten a Rob Halford) en el campo del heavy metal. En realidad, había varios temas que o bien aludían a la masturbación o bien a hombres de cuero (moteros de esos que uno puede imaginarse haciendo cruising) en los que parecían que Accept realizaban una reivindicación de la homosexualidad. Si a eso le unimos que la producción del disco estaba mucho más cuidada y mejor producida que los anteriores (el sonido posee más resonancias, las guitarras están más estilizadas y el bajo y la batería retumban como si hubieran sido grabados en una minúscula habitación) era obvio que la polémica iba a saltar entre sus hordas de fanáticos seguidores.

Una estupidez porque Balls to the wall era musicalmente muy, muy potente. Tal vez el disco más equilibrado de Accept. Los coros suenan como nunca. Como fogonazos, flashes. Las guitarras son directamente un puñetazo en los morros. Y Udo logra encajar su voz en medio de un disco ideal para escuchar un club. Entre jóvenes buscando su identidad o encontrarse a sí mismos. Balls era un disco furioso ideal (como los anteriores) para los marginados pero que también podía sonar en gimnasios. Mientras decenas de guerreros modernos hacían pesas y se preparaban para la batalla diaria entre anfetaminas, anuncios de coca-cola y motocicletas.

Sé que suena a herejía pero creo que Balls tiene temas en cierto sentido bailables. Yo no descartaría ver a una pareja moviendo el esqueleto con «Losing more than you’ve ever had» o con «Turn me on» e incluso puedo imaginar a Silvester Stallone eligiendo algún tema del álbum para su Cobra. Porque Balls es un disco inagotable y, en algún sentido, inclasificable. El icónico tema que lo abre se convirtió pronto en himno. Supongo que era muy válido para reivindicar la unión de las dos Alemanias pero, a día de hoy, suena como una lección acelerada y auténtica de coaching. El tema perfecto para echarle cojones a la vida. No rendirse.

De todas maneras, Balls estaba lleno de himnos. Balls era el disco perfecto de Accept para conducir de noche. Aquí las guitarras hacían daño pero al mismo tiempo invitaban a danzar. En los discos anteriores, Accept eran la noche. El infierno. Eran la manifestación de una enfermedad. Y aquí eran los amos de la noche. Eran un homenaje al ritmo y al sexo. Eran la prueba de que había vida tras el punk y la música disco. De que si uno era fuerte podía vencer. Podía darle una patada en los cojones a la vida. Shalam

ولم تُرفع بعد الحواجز التي تقول للعبقري: «لن تمر من هنا».

Todavía no se han levantado las barreras que le digan al genio: «De aquí no pasarás».

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen…cura con sotana dispuesto a jugar al fronton…….
    2imagen….solo lo hacemos en las autobahn……
    3imagen…extravagancias en auschwitz……
    4imagen….bateria doble bombo con estrangulamiento en escena.
    5imagen….de nuevo el cura con sotana dispuesto a jugar al fronton….
    6imagen….cinco macarrucios en la pelicula de hitchcock con la muerte en los talones……(escena de la litera del tren)……
    PD…el baron rojo atacando a cary grant……
    https://www.youtube.com/watch?v=RLqaYJsyvEk………..

    Responder
    • Alejandro Hermosilla

      1) Friedkin: «A la caza». 2) Wenders nunca rodará una película con nosotros. 3) Inferno. Poster de la nueva película de Argento. 4) El Apocalipsis bíblico. Todo empezó aquí. Con una invocación. 5) la única fotografía que tuvo Terence Moix de un grupo heavy en su casa. 6) Tipos malos esperando a que aparezca por allí el héroe de Mad Max para darle una paliza. PD: Suena de fondo música heavy en esta escena. ¿Lo permitiría Alfred?

      Responder

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

Contenido relacionado

Videoaverías

Averías populares

Tiburón dulce

Aracá azul es marihuana política. Un tratado antropológico sobre la música brasileña que, por momentos, rememora las grabaciones de Alan Lomax y en...
Leer más
Share This