Hace poco vi una entrevista que le hizo Lola Flores a Paco Umbral. Bueno. En realidad, la he visto tres veces porque es una joya. Es una muestra de lo que puede llegar a ocurrir cuando se juntan dos seres libres, rebeldes y con un talento descomunal.

Ambos se intercambian los papeles, saltan al quite, se retan, se ligan, se desligan, flirtean, empalman elogios con palabras parecidas a navajazos. Lo suyo es puro Tarot. Un romance gitano y madrileño ante media España. Umbral hace de torero, de hombre recio, de galán, mujeriego y hombre erótico y Lola hace de anfitriona, se deja seducir, se engalana con las palabras de Umbral y reacciona con pasión, con amor, también con deseo. Entre medias, ambos (sobre todo, Umbral) le pegan un buen repaso a la España socialdemócrata. A los ladrones de guante blanco. A esa España recién salida de una dictadura que se había convertido en un prostíbulo en cuya caja metían la mano todos los políticos y los hombres bien trajeados que, en sus palabras, cada vez era más confusa, más barroca.

Resulta triste y a la vez tópico pero creo que es necesario insistir que grandiosos espectáculos como los ofrecidos por Lola y Umbral serían imposibles en la infantilizada y narcotizada televisión de hoy en día. Umbral y Lola eran indomables, estaban a la altura de los más grandes personajes culturales de la España inmemorial y además, vivían en una época en la que su transgresión marcaba estilo. Se respetaba a los genios. Se sabía que estaban en una dimensión diferente. Pero lo mejor de todo es que también se respetaba la realidad. Los errores, los vicios, los defectos. Así que dos portentos como Umbral y Lola podían tirarse los tejos y cortejarse, podían jugar a lo que les diera la gana, comerse un gazpacho o un cocido si era necesario, sin que nadie se escandalizara o sin que nadie pensara en censurarles o en cualquier tipo de corrección política y control social. La carne y el espíritu podían manifestarse sin cortapisas y con elegancia. También, claro, el intelecto.

Umbral utilizaba su mente como una metralleta y Lola su cuerpo como una bomba. Ambos eran hijos de la España profunda. El uno parecía descendiente de Quevedo, estar hermanado con los dandys callejeros, y la otra ser nieta de la Celestina, hermana del Lazarillo y haber nacido en un carromato de nómadas. A través de Lola y Umbral vislumbramos las cartas de la baraja española, los cuadros de Goya y los tablaos flamencos.

Quien vea esa entrevista, verá algo más que una entrevista. Verá a España, verá arte, verá el duende literario y el musical encontrándose en medio de un sarao que en el fondo refleja el eterno cortejo entre el hombre y la mujer, el espíritu y la carne, la España culta y la popular. Un demonio que, en el fondo, es un ángel y un ángel que, en el fondo, es un demonio. Un espectáculo que es mucho más que un espectáculo porque emerge de las vísceras. Es sangre y también pasión. Galanteo y chanza. Un retrato de la carne literaria y el baile. Shalam

الجمال هو الطريقة التي يتم بها ترتيب الفوضى

La belleza es la forma en la que el caos se ordena