Dejo a continuación un nuevo avería dedicado en esta ocasión al compositor vienés Arnold Schoenberg. El cual recomiendo leer escuchando un fragmento de su Pierrot Lunaire.
Declive
Vuelvo a leer el enorme El ruido eterno de Alex Ross. La primera vez que lo hice fue en su versión original y siempre tuve la impresión de que me perdía buena parte del jugo de este ensayo parecido a un transatlántico sobre la música del siglo XX. Así que lo abro ahora en su versión española.
Hoy en concreto me llaman la atención sus reflexiones sobre las composiciones de Arnold Schoenberg. Las palabras de Ross resuenan en mi espíritu como secas y certeras flechas y me hacen volver a escuchar varias de las obras del músico austriaco. Algo que no resulta fácil. Schoenberg no es obviamente un compositor primaveral. Su música es, de hecho, la representación de un frío invierno. De una ruputura irreparable. Pero ahí radica precisamente su fuerza. Sus sinuosas melodías nos remiten a un ocaso que nunca llega. Son odas escritas en medio de un vacío, ténebre purgatorio.
Schoenberg es uno de los primeros compositores en reaccionar violentamente al arte de masas. Con más furor. Concibe música que es la representación de la total soledad. Su vigor está en la fuerza con la que describe el declive. La seca rabia con la que se sumerge en la decadencia de Occidente, el ocaso de los Imperios, de las Monarquías y de las buenas costumbres nobiliarias, deformando melodías cuya belleza radica en la frontalidad con la que reflejan la destrucción de todo un mundo, de todo un continente.
En el viraje psicótico y lejano de las composiciones de Schoenberg podemos vislumbrar la llegada de las guerras, el estruendo de los tanques y el progresivo advenimiento y dominio del capitalismo norteamericano. Toda una serie de circunstancias históricas que anuncian la soledad total de creadores abocados a la indiferencia en medio del marasmo industrial.
En realidad, Schoenberg es uno de los pioneros en denunciar con inusitada fuerza la ruptura del pacto fáustico entre artistas y demonios. Observa con cierta tristeza y resentimiento cómo el diablo se encuentra más preocupado en establecer nuevos contratos con los científicos (al fin y al cabo los inventores de la bomba atómica) que con los músicos y se recluye como un niño abandonado en su estudio.
Schoenberg es, en contra de su voluntad, un aliado del nihilismo. Disuelve las melodías porque no percibe esperanza, no atisba futuro. Se siente abandonado por Dios y el demonio. No cree ya en una reconciliación del ser humano ni con la naturaleza ni con el resto de sus hermanos. Schoenberg es un hombre desesperado. Si es cínico y frívolo es por hábito de supervivencia. Por necesidad de adaptación. Pero en el fondo es un sufrido pesimista. Un cariacontecido escéptico. Un niño desnortado que no ve otra opción que convertirse en un desalmado músico para transmitir la zozobra que percibe a su alrededor.
Algunos, en su momento, consideraron malignas sus composiciones. Casi una metáfora del nazismo. Aunque también podían leerse como símbolos del exterminio y descomposición del pueblo judío del que el compositor formaba parte. Sin negar este trascendental aspecto, creo que Schoenberg se encontraba, sobre todo, asustado del ruido del mundo moderno. Era en el fondo un simbolista obligado a salir de su mágico cuarto de juegos, forzado a tolerar el acercamiento de las masas al arte. Soportarlo. Así que, como venganza, intentó destruir la música, llevando al paroxismo cada una de sus creaciones. Imponiendo la descripción de la depresión total del hombre civilizado como rumbo único del arte.
Digamos que para que la música continúe siendo relevante, para que los demonios volvieran a pactar con los músicos, Schoenberg no encontró otra salida que el exterminio de la melodía clásica. Y también, la de la romántica. Por eso sus obras continúan revolviéndose y sonando extrañas y beligerantes para los oídos comunes. En el fondo, acaso de manera involuntaria, sus melodías son la mejor banda sonora que existe de algunos de los textos Kafkianos y los sombríos cuadros de Egon Schiele.
Si bien, como asegura Alex Ross «a comienzos del siglo XXI, la música de Schoenberg ya no suena tan extraña. Se ha irradiado hacia el exterior de maneras impredecibles, encontrando destinos alternativos en el jazz bebop (los acordes vítreos de Thelonious Monk tienen un dejo schoenbergiano) y en bandas sonoras de películas (las películas de terror necesitan la atonalidad puesto que necesitan sombras en los muros de los callejones)», bien es cierto que su naturaleza arisca e indomable aún se mantiene intacta. Como el ensayista norteamericano afirma: todavía «conserva su aura fáustica. Estos intervalos agitarán siempre el aire; nunca se convertirán en algo instintivo. Ése es a un tiempo su poder y su sino». Shalam
andresrosiquemoreno
el febrero 21, 2024 a las 12:44 pm
1imagen….schoenberg ensimismado y sus pensamientos van a los retratos de goya en concreto al de jovellanos (sin la mano apoyada en el menton)…..
2imagen….ahora comprendo mejor a f.botero (toda la cara ocuparia el soporte del retrato)….
3imagen…y ahora a ver si bailais esto, queridisimos amigos!…….
4imagen…. si las lineas de este retrato de schoenberg (schile) hubieran sido como en otras ocasiones de colores discontinuos seria menos solemne….a los fauves les gustaba modificar la tierra (poner colores en lugares no naturales)…..
PD…https://www.youtube.com/watch?v=nuzSR0CBuN4…ahora comprendo mejor «acordes vitreos de thelonius monk»(en el 2:21 se producen los movimientos de aserrar de uno de los del grupo) pero el continua con su anillo que le cae grande y se lo acomoda a menudo, es un fauves (discontinuo y violento)……
Alejandro Hermosilla
el febrero 22, 2024 a las 4:36 am
1) Ministro de Franco un tanto preocupado por lo que pasará con España a la muerte del dictador. 2) Se intenta retratar a un hombre y no a un músico. ¿Quién se fijaría en este retrato si no fuera de Schoenberg? 3) Una orquesta es un arma para combatir el rumbo errado de la sociedad. 4) Un hombre que forma parte de la corrosión del mundo y describe la herrumbe. PD: compruebo cuánto se ha inspirado el primer Tom Waits en este piano. Sólo había que tocar con más lentitud y distorsionar el vals para entrar en el siglo XXI como un genio de la borrachera.
1imagen….schoenberg ensimismado y sus pensamientos van a los retratos de goya en concreto al de jovellanos (sin la mano apoyada en el menton)…..
2imagen….ahora comprendo mejor a f.botero (toda la cara ocuparia el soporte del retrato)….
3imagen…y ahora a ver si bailais esto, queridisimos amigos!…….
4imagen…. si las lineas de este retrato de schoenberg (schile) hubieran sido como en otras ocasiones de colores discontinuos seria menos solemne….a los fauves les gustaba modificar la tierra (poner colores en lugares no naturales)…..
PD…https://www.youtube.com/watch?v=nuzSR0CBuN4…ahora comprendo mejor «acordes vitreos de thelonius monk»(en el 2:21 se producen los movimientos de aserrar de uno de los del grupo) pero el continua con su anillo que le cae grande y se lo acomoda a menudo, es un fauves (discontinuo y violento)……
1) Ministro de Franco un tanto preocupado por lo que pasará con España a la muerte del dictador. 2) Se intenta retratar a un hombre y no a un músico. ¿Quién se fijaría en este retrato si no fuera de Schoenberg? 3) Una orquesta es un arma para combatir el rumbo errado de la sociedad. 4) Un hombre que forma parte de la corrosión del mundo y describe la herrumbe. PD: compruebo cuánto se ha inspirado el primer Tom Waits en este piano. Sólo había que tocar con más lentitud y distorsionar el vals para entrar en el siglo XXI como un genio de la borrachera.