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Panteras (2)

Abr 14, 2021 | 2 Comentarios

Dejo a continuación el segundo avería sobre La pantera rosa. No sin antes advertir que ayer cometí un error (ya corregido). En realidad, el felino era masculino y de hecho tiene un afffaire con una compañera en un maravilloso episodio de los 60, PinkA-Rella, (el cual en realidad había visto hace unos días) donde sus creadores realizaron un juego intertextual con el cuento de «La cenicienta».

Creo que si cometí este desliz fue porque lo que me interesaba, ante todo, resaltar es que, debido a su aspecto y a que pantera es un nombre femenino, los niños españoles teníamos dudas respecto a su sexo. Muchos pensaban que era femenina. Y tan sólo unos pocos masculina. Y esa ambigüedad que fue, entiendo, premeditadamente elaborada por sus creadores, le confirió una enorme modernidad y capacidad de sugestión al personaje. A primera vista, nadie podía decir qué era. Nadie sabía -y a eso me refería en el videoavería– si era macho o hembra. Qué era exactamente. Lo que sin dudas, la situaba más allá de su tiempo. Una cosa es saber la historia del personaje y otra encontrárselo de golpe en un episodio cualquiera delante de la televisión. Yo no hubiera podido decir en ningún caso con seguridad a qué sexo pertenecía.

También apunté, por ejemplo, en el videoavería que La pantera rosa se encontraba influenciada por la nouvelle vague y supongo que lo correcto hubiera sido indicar que lo que había era una interrelación artística que hacía confluir los logros de distintos movimientos. Pero en averíadepollos se admiten los errores. Y a veces hasta se invocan. Porque la mayoría de las veces el riff de guitarra más delicioso no es el técnicamente mejor ejecutado. Y, al fin y al cabo, soy humano. No una máquina de filtrar datos.

Dicho esto, sin más demora, dejo a continuación el avería.

 Pantera (2)

La pantera rosa era pura plastilina. Un personaje volátil y voluble muy difícil de definir y de encasillar. Nunca adoptaba un rol por mucho tiempo. Y si bien no cesaba de realizar acciones -de hecho, era la viva imagen de esa modernidad que se define por la rapidez con que se desarrollan múltiples y variadas actividades- en realidad, lo que le daba el toque misterioso y seductor eran sus silencios y ese rostro (a lo Buster Keaton) capaz de pasar de la expresividad TOTAL a la inexpresividad ABSOLUTA en tan sólo unos minutos. En esencia, por tanto, era un personaje lánguido pero, al mismo tiempo, hipersensible. Activo y pasivo indistintamente. En un episodio dormía a pierna suelta en las peores condiciones y no se alteraba en exceso por el ruido y en otro, perdía completamente los nervios por un reloj de cuco. Reflejando así ese variable estado de ánimo que caracteriza a los ciudadanos de este tiempo plural en el que los deseos y las posibilidades de llevarlos a cabo se multiplican hasta la extenuación. Sin que esto, en esencia, resuelva nuestros problemas esenciales. Que es lo que, en el fondo, tal vez desee decirnos la presencia fantasmática de la pantera rosa.

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La pantera rosa era un personaje que más que reírse de aquellos con quienes interactuaba, parecía hacerlo de nosotros; de los espectadores. Creo que ese era su gran secreto. Que nosotros podíamos reírnos más o menos con ella pero ella siempre terminaba por reírse de nosotros. O eso sentíamos todos en el fondo. Ese es el regusto que nos dejaba tras contemplar sus aventuras.

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De algún modo imprevisto y casual, la pantera era un espejo como, según Ortega y Gasset, lo era La Gioconda, el famoso lienzo de Leonardo da Vinci. Era absolutamente transparente y opaca. Ponía de manifiesto todo aquello que nunca seríamos y todo aquello que podríamos ser. Sus aventuras (como la sonrisa de la Mona Lisa) eran una advertencia y una invitación. No era ni placenteras ni rigurosas. Eran un filo agudo que invitaban más a la perplejidad que a la reflexión. Así que resulta coherente y lógico que el pintor italiano protagonizaran un maravilloso episodio, Pink DaVinci, en el que ambos colaboraban en la autoría de su famoso cuadro. Un gesto que, como estoy dejando entrever, tenía múltiples alcances y podía perfectamente haber generado artículos y ensayos de Jean Baudrillard o Arthur Danto entre muchos otros.

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La pantera rosa es pura psicodelia. Nació en una época en la que todo era posible y ella misma se convirtió en un personaje plural. Visitaba todas las épocas y tiempos e interpretaba los más diversos caracteres y roles. Su figura se expandía por todas partes. En mi época, dio nombre no sólo a un famoso pastelito sino a un tripi que se solía tomar en festivales de música pop y techno y discotecas de zonas costeras. Una pastilla que prometía un viaje lleno de color que nunca llegué a probar aunque su nombre no podía ser más atractivo.

Desde luego, yo al menos tengo la impresión de que si alguna vez hubiera tomado un LSD, la pantera se me hubiera aparecido al instante. Puedo perfectamente imaginarme desorientado sobre un sillón, observando cómo la habitación donde me encuentro se expande hacia arriba y abajo y recibiendo la visita inesperada del felino que, no tengo dudas de que, tras mirarme divertido y temeroso, me hubiera hablado e invitado a penetrar en la serie. Algo que normalmente se produce al ver sus cortos puesto que se tiene la sensación de que se puede acceder a su interior. Que son una puerta de entrada a una cuarta o quinta dimensión.

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La pantera rosa es onomatopéyica. Cuesta describirla con palabras. Casi mejor con los silbidos que dieron luz a la famosa melodía de Mancini o con bocadillos de cómics llenos de exclamaciones y palabras nuevas. Su lenguaje es comprensible pero apunta hacia algo novedoso y diferente. Creo que, en esencia, el dibujo es tan sutil que todavía no ha sido comprendido. Porque, en cierto modo, como subrayaba Deleuze, lo que la pantera hacía era «borrarse». Conseguía que el mundo deviniera en rosa para ser «imperceptible, indiscernible, impersonal»; para, en definitiva, «devenir mundo».

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Otro asunto son los personajes secundarios de La pantera: los malos, el hombrecillo (que a veces es burlado por ella y otras se burla de ella), los mosquitos, los perros, los cuervos. Están pero no están. Son importantes y no lo son. Son planos y al mismo tiempo complejos. Se definen por sus acciones y tal vez por ese motivo hay algo impenetrable en ellos que los hace profundamente modernos. Todo está tan claro en su personalidad que terminan por ser enigmáticos. A lo que ayuda, desde luego, su mudez. En cualquier caso, cuanto más transparentes son, más interrogantes provocan. Más siniestra resulta su cercanía y familiaridad. Shalam

لا يهم أين يذهب من نحب لأننا دائمًا بجانبهم

No importa dónde vayan quienes amamos porque siempre estamos junto a ellos

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1ºimagen:…..la primera idea es la pasarela de «encuentros en la 3 fase»-1978…….vaya enganche……….
    2ºimagen:…..cuando se iba a pescar se llevaba piedra lipe (sulfato de cobre) para diluirla en una lata con agua del mar y echarla a la ova y salian huyendo del quemazon las lombrices de las rocas……
    3ºimagen:……gran argumento aunque comercial argumento………
    4ºimagen:….la habitacion del loco del pelo rojo…..sonrisa….los cristales rellenos de rosa son un gran equilibrio…..mucho mejor asi…………
    5ºimagen:….ya se que no es la misma situacion pero hay cierta similitud con «el asesino amenazado»-1927 de rene magritte…… escapar de la logica…….
    PD:..https://www.youtube.com/watch?v=ILbvtB_0pKk…astaire&rita hayworth+elvis-bossa nova baby (audio)..

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  2. Alejandro Hermosilla

    1) Me imagino un cómic de Bruguera y el hombrecillo diciéndole a la pantera rosa: ¿Así que tú no eres David Hasselfof? 2) Homenaje a Jacques Tati. En vez de Un día de fiesta, Un día de pesca 3) Jess Franco meets Pantera Rosa. 4) La pantera rosa tras leer el Mito de Sísifo de Albert Camus o jugando a imitar a Charles Bukowski. 5) Entiendo la lógica que te lleva a Magritte que a mí, en este caso, me conduce a los caricaturistas de los periódicos norteamericanos de los 40. PD: Excelente vídeo y combinación más allá del infinito. De nuevo aparece el nombre de David Lynch en mi mente filmando esto a cámara lenta.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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