Hay muchos discos recomendables en la discografía en solitario de Adrian Belew pero si tuviera que elegir uno me quedaría con Young lions. Una muestra de las múltiples facetas de un guitarrista al que calificar de imprevisible está de más. Puesto que el sonido que ha logrado extraer de su instrumento es único. Marciano y terrestre al mismo tiempo. Parecido tanto a un clavo sucio o a un detergente como al cuerno de un rinoceronte. Psicodélico y callejero. Aéreo y sesgado. Lo que explica que haya participado en discos esenciales de la trayectoria de ni más ni menos que David Bowie, Talking Heads, King Crinsom o Frank Zappa.
Belew es parecido a un pintor abstracto. Se centra en los sonidos de las canciones que interpreta antes que en la melodía, juega con los pedales creando atmósferas y atisba huecos y vacíos en medio de las composiciones que no busca tanto rellenar como agrandar. Es un guitarrista complejo, sí, pero sin embargo tiende a interpretar los temas de forma sencilla. No olvida al oyente aunque se intuye que su cabeza y los dedos de sus manos están viajando por el cielo. Un blues en manos de Belew remite tanto a la tradición como a la vanguardia. Tanto a la FM como a las performances sonoras. Es un músico muy ambiguo. Experimenta componiendo canciones clásicas e interpretándolas con simplicidad y cuando decide no salir de su zona de confort logra hacer de su guitarra se convierte un ser vivo cambiante ideal para crear música mutante. Lo mismo interpreta un tema de rock progresivo como si fuera una gema pop que transforma una oda ambient en un calypso latino y reinventa el rock de vanguardia convirtiendo su guitarra en un tambor africano. A veces incluso parece un crooner de los 50 perdido en nuestra era o el guitarrista de algún grupo mítico de los 60 como The Animals vagando por el siglo XXI.
En Young lions, hay una muestra de muchos de los Belew existentes. No estań todos pero sí varios de los más interesantes. Belew nunca ha grabado en solitario una obra maestra porque no creo que lo que pretenda. Desea explorar. Divertirse. Dar rienda suelta a sus inquietudes y no tanto trascender. Y por eso Young lions no es perfecto. Pero sin dudas sí muy recomendable. Comienza con una exploración sonora que remite tanto a sus colaboraciones con King Crinsom como a las pequeñas gemas ambient de Brian Eno. Y a partir de ahí, aparecen temas que podrían haber perfectamente aparecido en Lodger o al menos ser más que interesantes descartes del mítico disco de Bowie, canciones que son una extraña mezcla entre el AOR y el krautrock, gemas clásicas que remiten a las odas bucólicas de Roy Orbison y Jeff Lynne y rocosos temas que intentan calibrar el pulso del rock de los 90 y podrían formar parte de cualquiera de los dos discos que grabaron Tin Machine. En fin. Poco desde luego no es lo que ofrece Young lions. Un disco que al menos merece el calificativo de interesante cuyo aliento aéreo lo hace sumamente actual. Con unas gotitas de tecnología de hecho podría creerme que fue grabado antes de ayer.
En cualquier caso, lo que más me atrae y gusta de Young lions es que deja entrever perfectamente que Belew se lo pasó en bomba haciéndolo. Que es un músico que disfruta con lo que hace. Es muy fácil verlo sonreír. Plantado en el escenario con espíritu de mecánico de coches pero moviendo su cuerpo y pies como un chamán en trance. Alguien despierto astralmente dispuesto a descubrir nuevos mundos. Preparado siempre para dirigirse hacia otros rumbos. Probablemente porque Belew es, a su manera, sí, otro camaleón. Un animal contemporáneo que siempre está un paso más allá de las corrientes de la música pop sin pretenderlo. Gracias simplemente a su intuición y a su talento natural. Su capacidad de fusionar el rock de los 50 con el que está por venir y convertir la vanguardia en clacisismo y viceversa mezclando de manera magistral los ritmos solares con los más opacos y oscuros. Shalam
من السلاسل التي يعبدونهامن الصعب تحرير الحمقى
Es difícil liberar a los necios de las cadenas que veneran
0 comentarios