¿Dije yo ayer que Historia del ojo de Bataille era un libro excesivamente pensado y poco vivo? Lo retiro. Absolutamente. Basta leer este diálogo para invalidar mi afirmación. Un diálogo que vale por cientos de páginas de gran parte de libros eróticos y que, con muy pocas palabras, revela el tremendo poder de lo blasfemo. Lo sagrado que esconde toda perversión.
«—Padre, aún no le he dicho lo más grave.
Siguió un momento de silencio.
—Lo más grave, padre, es que me estoy masturbando mientras me confieso». Shalam
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