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La rabia (1)

Oct 29, 2024 | 2 Comentarios

El consumismo es la guerra por otros medios, de un modo más placentero pero no menos violento.

Nadie como Pasolini vio con mayor claridad esto. El director italiano sabía que el instinto de guerra anidaba dentro del ser humano. Desde luego, no era alguien que concordara con los ilustrados (sino levemente) y mucho menos con Rosseau. Probablemente aspiraba al estado de naturaleza prístina y bondadosa pero sabía que era imposible alcanzarlo. Las traumáticas experiencias con su padre (un militar fascista) no le dejaron muchas dudas. Tampoco la relación con su madre fue la más armónica. En este caso, por los sufrimientos a los que Susana se vio abocada tanto por la homosexualidad como por el talante aguerrido, valiente del arte de Pasolini. Lo que lo condujo, desde muy joven, a visitar innumerables juzgados convirtiendo a su progenitora en una involuntaria mártir.

Su película sobre Cristo ahondó en su opinión sobre la bondad humana. Pasolini no creía que naciéramos puros. El amor no es un don regalado (tal vez lo fuera en el paraíso, en la eternidad del Génesis) sino conquistado. Se trabaja. Se lucha por él. El par bondad y dolor se encuentra mucho más unido que el par bondad y naturaleza. Sin apostar por ninguno de los dos estoy seguro de que Pasolini se decantaría antes por Darwin que por Rosseau.

Pasolini siempre dejó muy patente su opinión sobre el consumismo. No sólo en Saló. Lo hizo desde sus inicios. Baste a este respecto revisar el crudo, poético documental La rabia. Por encargo de la televisión italiana, Pasolini recopiló unas cuantas imágenes de noticieros cinematográficos, las montó y combinó con maestría, utilizando para los pasajes poéticos la voz del escritor Giorgio Bassani y para los pasajes en prosa la del pintor Renato Gattuso, y dio a luz una obra que era un puñal contra la sociedad de masas.

En Rabia, Pasolini desmontó buena parte de los tópicos consabidos de la sociedad italiana de los 60. La década del confort, del desarrollismo, del milagro económico. Habiendo dejado atrás los feroces años de la posguerra, los italianos se dejaban seducir por el consumo y la técnica. Comenzaban a mecerse en esa incipiente dolce vita que Fellini retrató tan bien en su famoso filme o en Los inútiles.

Pasolini dejó muy claro en La rabia que tal vez la II Guerra Mundial (ese conflicto en concreto) hubiera terminado pero no así la guerra, las guerras en el mundo. El espejismo consumista tan sólo era una anécdota en un mundo en llamas. Y la Guerra Fría, una cartelera espectacular que no podía ocultar los continuos conflictos al fondo del telón. Las muertes, el hambre, la lucha en África, Centroamérica, Asia, Cuba, Checoslovaquia. La férrea dominación de Stalin y la violencia exacta, febril y sutil del capitalismo norteamericano.

Los mismos italianos estaban siendo sometidos violentamente por el consumo y los mass-media. Estaban siendo castrados y conducidos. Dirigidos con tanta o más fuerza que durante los años de Mussolini. El gran chivo expiatorio de la sociedad. El brazo al que los nuevos diablos, los nuevos condes de la perversión apuntaban para ocultar sus negocios y crímenes de una manera similar a lo que, hoy en día, ocurre con Franco en España o con los conquistadores españoles en México. El comodín para justificar los propios fracasos y ocultar las tropelías.

El documental nunca se emitió en televisión. Los productores no se atrevieron a estrenarlo a pesar de que hicieron algún que otro intento. Contactaron, por ejemplo,  con alguien más acomodado, un cineasta de derechas, (Giovanni Guareschi), para que rodara una versión contrapuesta, complementaria. Pero ni aún así. Prueba de que lo que Pasolini había rodado era feroz y no se ajustaba a las coordenadas de lo que en aquel tiempo se consideraba políticamente correcto o aceptable.

Cuando el artista italiano realizó su lírico, insólito documental, Italia, repito, se miraba en el espejo norteamericano y, tras las dos Guerras, se festejaba el consumo y se celebraba el desarrollo económico como un maná. Un acriticismo que lógicamente chocaba con lo planteado por Pasolini. Alguien demasiado agudo como para no detectar la nueva trampa. Demasiado despierto como para no saber que nada hay más ajeno al espíritu humano que la paz. Y que es precisamente en los períodos de bonanza donde se sientan las bases de la nueva guerra. 

Una certeza que Stefan Zweig y tantos otros pensadores centroeuropeos o meridionales aprendieron traumáticamente. Y si nosotros aún no tenemos del todo claro es posiblemente tanto por el lavado de cerebro mass-mediatico o la intimidante presencia de la OTAN y de la bomba atómica como porque nuestro relativo confort ha servido, en gran medida, de escudo y contenedor de algunas de las más duras consecuencias económicas de aquella crisis (no tan lejana) que comenzó con las hipotecas subprime. Shalam

يحب الرجال التفكير المجرد والتنظيمات المتقنة الصنع، لدرجة أنهم لا يمانعون في تشويه الحقيقة من أجل دعم بنياتهم المنطقية.

Los hombres aman los razonamientos abstractos y las sistematizaciones bien elaboradas, al punto de que no les molesta deformar la verdad con tal de sustentar sus construcciones lógicas

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen….los increibles hombres menguantes(nube atomica enfrente)…
    2imagen….oye parece una instantanea de stallone, norris o el protagonista de la infancia de ivan (ya de mayor y moreno), jajajjj
    3imagen….son mas efectivas las cabezas de pasolini y stalin o las cabezas de andy wharhol?………
    4imagen….pasolini decia que en su calle habia 7 u 8 marilynes monroes……..cinzano paga mas que martini…..pepsi mas que cocacola….la gramola mas que elvis en las vegas…y si quitamos todo lo de la foto y dejamos la escalera, la puerta anti-insectos de la tasca y la bajante de desagüe nos quedaremos con alguien que solo piensa en palabras que rellenaria el espectador…..
    PD…https://www.youtube.com/watch?v=1xK5xu4h5C4&list=PLfIDINzT3xf0PCHAwYIAu2JJDxYcVt42Z&index=8….bowie…andy wharhol…hunky dory….1971….

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  2. Alejandro Hermosilla

    1) Retrato de los Geyperman. Fotografía que podría aparecer en La dimensión desconocida. 2) Pasolini aquí imitando a los chicos navajeros. Aquí convertido previamente en uno de los asesinos que acabaron con él. 3) Un cartel abigarrado. Moderno y manierista al mismo tiempo. Barroco e involuntariamene muy cut up. Situacionismo televisivo que no encuentra su lugar en ningún sitio. 4) Los italianos pareciera que están imitando a los mods ingleses más que a los norteamericanos. Lo de Bar las Vegas es la ostia y también lo de Cincano. Y el caso es que cuando lo ves en «Pajaricos y pajarracos» ni te das cuenta. PD: tengo la impresión de que tanto Bowie como Warhol se admiraban y se envidiaban. No se amaban. Ambos querían algo que tenía el otro.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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