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Abandonos

May 18, 2024 | 2 Comentarios

Si la memoria no me falla, no fue hasta la edad de 24 años que, por primera vez, dejé sin leer un texto literario ya comenzado. Hasta entonces, todas las novelas, colecciones de cuentos o poemarios que iniciaba, los terminaba por respeto a mí mismo y al autor que había escrito ese libro.

La primera novela que abandoné fue La condición humana. No tanto porque no me interesara sino porque me encontraba en aquellas fechas hastiado de la literatura. Llevaba años sin cesar de leer ensayos, manuales, novelas, obras de teatro para lograr licenciarme o por mero interés cultural y, de repente, mi cabeza estalló. Necesitaba respirar. Había vida más allá de los libros.

Durante años no imaginaba una fotografía mejor que la de caminar con un libro en las manos o encerrarme en mi habitación a leerlo. Urdía metódicamente listas de 40 o 50 que deseaba leer durante el siguiente verano y, contra todo pronóstico, solía cumplir mis propósitos. No obstante, este esfuerzo me acabó pasando factura y la perjudicada fue la novela de Malraux. Recuerdo que, tras terminar la licenciatura, necesité de varias semanas para recuperarme psicólogicamente. La prueba es que entraba en una librería y, en vez de sentirme feliz, experimentaba angustia. Un malestar físico parecido al de una indigestión por exceso de comida. Estaba claro, sí, que necesitaba hacer deporte, viajar o distraerme y dejar de lado por un tiempo la literatura.

En fin, si he citado hoy esta anécdota no es porque tenga yo un interés malsano por recuperar ciertos momentos de mi vida sino para referirme a otro de esos absurdos fenómenos posmodernos. Me refiero al exhibicionismo desacomplejado de todos aquellos textos literarios que abandonamos a mitad de su lectura.

Intentaré explicarme mejor. Si he citado hoy mi abandono de La condición humana no ha sido porque considerara yo que la novela de Malraux era mala. En absoluto. Eso es algo que yo tuve muy claro: que el problema no era de aquel libro sino mío, de mis circunstancias personales. Si la hubiera terminado en óptimas condiciones psíquicas, sí me habría atrevido a realizar un diagnóstico (aunque fuera negativo) sobre la misma pero teniendo en cuenta mi cansancio, hubiera sido atrevido por mi parte pronunciar algún juicio sobre la misma.

A día de hoy, no sé realmente si esa es la actitud que prevalece. Tengo la impresión de que muchos lectores, blogueros, reseñistas y críticos se jactan y enorgullecen de no terminar muchos libros que comienzan. En ningún caso, se plantean la probabilidad de que, debido a sus circunstancias, no sea el mejor momento para leerlos. No. Eso jamás. La culpa siempre es del escritor. Una opinión que, por supuesto, que es lícita pero que, superados ciertos límites, creo que termina degenerando en frivolidad y contribuyendo de manera decisiva al caos narcisista actual. Puesto que, al fin y al cabo, muchos de esos lectores los que nos están sugiriendo (y a veces, más que sugerir, gritando a los cuatro vientos) es que ellos son más importantes que los autores y que los libros que leen. De hecho, dan la sensación (falsa) de sentirse por encima de la mayoría de ellos y que la manera de hacérselo saber al resto de sus congéneres es exhibiendo todos esos abandonos que, en ningún caso, se plantean que puedan decirnos más de sí mismos que de los textos a los que se refieren. Algo de lo que, por ejemplo, Francisco Umbral presumía y que Carlos Boyero ha convertido en marca de estilo pero que, en ambos casos, me parece disculpable por su talento. Por la capacidad de la que los dos han disfrutado de componer textos literarios valiosos gracias a un hastío que deviene en genial exabrupto y no se queda en el insustancial, exhibicionista y zafio insulto egótico al que estoy aludiendo.

Cuando en mi juventud no terminaba de comprender un texto, hacía todos los esfuerzos posibles por intentar vislumbrar lo que el autor deseaba decirme. A veces para disfrutarlo más me documentaba sobre algún período histórico o intentaba aprehender las características de tal o cual estilo literario. Un esfuerzo que la mayoría de veces era recompensado con una ampliación de mi conocimiento y el incremento del goce lector. Pero como a día de hoy importan más la fama y el sensacionalismo que la libertad y el disfrute de los textos literarios supongo que es mucho más rentable jactarse de no realizar ciertos esfuerzos y atacar a los escritores que intentar comprenderlos. La vanidad de la ignorancia y de la vagancia.

Una actitud que, por otra parte, me parece comprensible puesto que el desacomplejado exhibicionismo del abandono de obras literarias (del que no se libra ya ni Cervantes) no deja de ser una respuesta lógica a toda esa acrítica corriente del mercado literario actual que ha decretado (tanto por motivos económicos como por la malsana ley de lo políticamente correcto) que aparezca una obra maestra diaria, que no exista un autor joven que no se encuentre destinado a liderar su generación y que sea casi imposible rastrear críticas negativas sobre cualquier libro recién publicado. Un hipócrita consenso literario que provoca que quien ose realizar una crítica negativa tenga seguro que será atacado personalmente (sin atender al contenido de su reseña ni a su formación). Resultando, por tanto, lógico que este fenómeno encuentre su correspondiente réplica en la cacería indiscriminada a la que estoy aludiendo: el alegre y chulesco exhibicionismo del abandono. Otra muestra más, en cualquier caso, de nuestra impotencia cultural. De nuestro trivial y decadente narcisismo cotidiano. Shalam

كفر من شكر من خوف

Ingrato es el que por miedo es agradecido

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1imagen…este amontonamiento es propio de un almacen de auschwitz…..el comienzo del arte povera…..
    2imagen….la condicion humanaI,II,III (kobayashi) me atrae a la vez que me cuesta trabajo verla……
    3imagen…..gran panel panoramico de una de las casas de hitler (en lugar de libros hay cuchillos, pistolas, ametralladoras, fusiles, granadas), una hermosura!…..
    PD…los libros quieren huir pero el fuego hara la siguiente pagina.
    https://www.youtube.com/watch?v=CkIf6kb__wY&list=PL8z4DWuQPcJfeknBrd-1A1UQf9arGpJdv&index=3…..bernard herrman..1966…fahrenheit 451…..truffaut…..

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Amontonamiento propio del estudio de Francis Bacon. 2) A mí me pasa lo mismo. Creo que la vi en su momento en Buenos Aires aunque no lo recuerdo. No obstante, creo que el filme no tiene que ver con la novela de Malraux. 3) Una matanza de una peli de Tarantino. PD: genial invocación de un filme delicioso.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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