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Vampiro

Ene 18, 2015 | 0 Comentarios

El vampiro, lo sabía Marx, era el capitalismo o como pudiera decir Zizek, las deudas. La novela de Bram Stoker, de hecho, no hizo más que sacar a la luz, instituir como símbolo a un señor, el conde Drácula, que no era sino la oscura sombra (en realidad, su rostro verdadero) del respetable burgués acaudalado. El banquero y el futuro economista. El retorno, y actualización  del personaje de William Shakespeare, Shylock, el usurero judío protagonista de la obra de El mercader de Venecia, quien en ningún caso deseaba que le pagaran las deudas que se le debían pues esto supondría quedarse sin la sangre de los «otros», la energía de los demás.

La economía, sí, y probablemente el mundo está en manos de vampiros. Avariciosos que han olvidado la palabra de Cristo. No a otro asunto alude el hecho de que haya que matar a Drácula y sus descendientes con una cruz. Como no a otro acontecimiento que a la muerte de dios, el laicismo y la falta de fe occidental, alude la fascinación que ejerce esta figura que no en vano es comparado con el príncipe de las tinieblas. Un ser mitad humano y mitad animal que no tendrá reparos en ser cruel ni tendrá piedad alguna con las víctimas si no se le paga en sangre. Sangre que deja el trabajador en la fábrica o empresa para pagar no sólo la deuda sino ante todo los intereses. El privilegio de haber sido mordido (haber sido contratado) y por tanto estar en contacto de una manera u otra con los señores.

El vampirismo es otra forma de esclavitud. Pero a control remoto. Mucho más efectiva. No es necesario pegar latigazos ni encerrar al reo en la cárcel. Se muerde el cuello una sola vez (firma del contrato) y el reo pasa a depender del ser oculto que yace en una lejana y ampulosa mansión. Una casa por lo general llena de polvo que habla a las claras de su resistencia a morir. Su insistencia en negar el tiempo e imponer su estirpe (marca de la élite) a lo largo de los siglos.

El Capital, el dinero es Drácula y vampiro porque no está vivo ni muerto. Dicen que no respira pero se mueve con más agilidad que los vivos y causa intenso respeto y temor cada vez que se pone en marcha. No es ni un no-muerto ni un no-vivo. Es invisible. Se encuentra oculto. Pero cuando se manifiesta por lo general lo hace con absoluta certeza y frialdad. Ajeno al drama del muerto. Sus planes de futuro. Como los bancos. Quienes por lo general para ejecutar sus órdenes necesitan de la policía o los vampiros animales que preceden la llegada del Señor (o empresario).

La sociedad capitalista primero generó vampiros y luego con el tiempo zombies. Masa. Rebaño. Los zombies son o bien quienes han sido mordidos tantas veces que su rostro, cuerpo y razón han quedado desfigurados para siempre o quienes tienen aún suficiente dinero (sangre) para consumir. Son productos de un sistema en que hay sobredosis de muertos y por tanto los nobles pueden disponer a su antojo de toda la sangre que deseen. Cuando en el futuro haya que explicarle a alguien nuestra época, la ideología neoliberal o la estafa del dinero-deuda bastará mostrarle una de las muchas películas o novelas de vampiros que existen y pedirle que observe con atención el comportamiento de los seres de la noche para que sepa cómo eran las relaciones laborales. Porque, en gran medida, sí, todas esas obras y productos más o menos contemporáneos, desde Crepúsculo hasta True blood pasando por Dark ShadowsBuffy, caza de vampirosUltraviolet o las novelas de Anne Rice son en realidad un testimonio sincero y veraz, muy logrado del mundo neoliberal. Manuales pedagógicos que ejercen en la mayoría de los casos mucho mejor como tratados de economía que como obras de arte.  Y en ocasiones funcionan incluso como motor del sistema al presentar la deuda y la batalla por pagarla (el vampiro y su necesidad de conseguir sangre) como algo cool -insistiendo en el mensaje de que es mejor que nos chupemos la sangre que colaboremos- además de ser una muestra muy clara de que actualmente pocos jóvenes o personas no están endeudados (hipotecados) o arruinados. Con lo que para sobrevivir deben alimentarse de la energía de los «otros», generándose una corriente de vida muerta por toda la sociedad que inevitablemente conduce al atasco, ocaso y cenáculo fangoso tan parecido al de un lienzo expresionista en el que actualmente vivimos.

Como el dinero-deuda, los vampiros no se reflejan en los espejos pero sabemos que existen e inundan de energía a un Gran Otro. Razón por la que acostumbro a leer por ejemplo 1984 como una novela de este género. Al igual que una gran parte de los films de David Cronenberg. Y por supuesto también la historia de la iglesia teniendo en cuenta la obsesión de los sacerdotes por la sangre de Cristo que no es más que la muestra del control que desean y quieren y llegan a ejercer sobre los feligreses. Un hecho que ha provocado que muchos de ellos desconfíen y abracen el laicismo. Lo que no deja de ser otra trampa puesto que el nihilismo que muchas veces lo acompaña es el mejor aliado del capitalismo salvaje. Ese monstruo nocturno de ojos rojos y dentadura afilada que, como los políticos, cuando nos muerde en el cuello, asegura una y cientos de veces mil que es por nuestro bien. Shalam

ما حكّ جْلْْْْْدك مثل ظْفرك

Quien monta un tigre corre el riesgo de no poder bajarse nunca

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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