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Suciedad y heroísmo (2)

Sep 3, 2022 | 2 Comentarios

Dejo a continuación el segundo avería dedicado al Daredevil de Frank Miller y Klaus Janson. El cual recomiendo leer escuchando uno de los temas de la banda sonora de John Paesano para la segunda temporada de la serie de Netflix: «Starway to hell».

Suciedad y heroísmo (2)

Sin dudas, uno de los grandes méritos del Daredevil de Miller fue el tratamiento y reivindicación realizados por parte del autor norteamericano de un carismático mafioso al que nadie había sabido extraer hasta entonces todo su interés: Kingpin. Un villano que, sí, había dejado muestras de su grandeza en varios episodios de The Amazing Spider-Man aunque existía algo en su personalidad realmente brutal que, aún así, estaba por desarrollar. Por momentos, Kingping daba miedo, sí, pero en determinados instantes, su figura se opacaba. Se ensombrecía y hacía más débil rayando en la vulgaridad. Además, el no poseer superpoderes no permitía a los guionistas recubrir su figura del respeto que sí provocan determinados supervillanos. En otras palabras, Kingpin se encontraba desaprovechado. Algo que cambiaría definitivamente con la llegada de Miller a Daredevil. Momento en el que el mafioso de la chaqueta blanca se convirtió en el oculto rey de Nueva York y su figura alcanzó una estatura por momentos incluso superior a la del Vito Corleone de El padrino. Miller, de hecho, se aprovechó de su estatura humana para dotarlo de complejidad, resaltando su fuerza de voluntad y la extraordinaria capacidad de su mente maquiavélica.

El kingpin de Miller es directamente un inteligente monstruo. Una masa de carne tremendamente astuta cuya sola presencia intimidaba. Cada una de sus palabras parece resonar en la conciencia de Daredevil y los lectores del cómic. Cada una de sus intervenciones llena de interés escenas cuya atmósfera es, por lo general, misteriosa y tensa. El kingpin de Miller es un hombre digno de protagonizar una sucia y oscura película de Abel Ferrara. Su carisma era tan grande, de hecho, que no me explico por qué a los ejecutivos de Marvel no se les ocurrió sacar una colección protagonizada por eĺ, puesto que por momentos se robaba todas las miradas. Frente a él, Matt Murdock parecía un hombre débil y herido, sin posiblidades. Un hombre agotado.

Cierto es, de todas maneras, que existe una sutil e interesante novela gráfica, Love and War, con guión de Miller y un escalofriante dibujo de Sienkiewicz en la que el mafioso ocupa el primer plano y que, sin el escritor norteamericano al mando, probablemente la figura de Kingpin hubiera perdido parte de su suntuosidad.

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Por supuesto, el Daredevil de Miller se encuentra vinculado inevitablemente a uno de los más fascinantes personajes femeninos de Marvel: Elektra. Su arco narrativo es realmente sobrecogedor. Comienza con su fulgurante y sorpresiva aparición y culmina con una muerte trágica y cruel, llena de aspereza, absolutamente coherente con el desarrollo de un personaje herido, cercado por traumas no superados procedentes de su abisal pasado familiar.

Desde el primer momento en el que aparece, Elektra se roba toda nuesta atención. Daredevil queda rendido a sus pies. Kingping encuentra en ella la ejecutora perfecta de sus planes. Sus enemigos quedan paralizados por su manejo del arte del combate y su inteligencia. Además, posee una belleza sobrenatural. Hechizante. Elektra lo tiene todo. Es una guerrera fría. Posee un alma salvaje, incontrolable. Es una mezcla entre una mujer fatal y otra maldita. Es noble pero sus fantasmas no le permiten hacer del todo el bien. Así que es una asesina a sueldo llena de contradicciones internas que Miller refleja con sutileza e inteligencia. Poniendo el énfasis tanto en sus fragilidades como en sus increíbles dotes de luchadora y su tremenda fortaleza.

Su arco narrativo se encuentra lleno de nocturno romanticismo. Elektra posee la templanza del acero y la frialdad del hielo pero su corazón se deshace continuamente en llamas. Todo lo que hizo Miller con ella (también, por supuesto, la esquizoide novela gráfica Elektra Assasin) es historia con mayúsculas del cómic de tal nivel que, obviamente, a mí (como a tantos otros) sólo se me ocurre blasfemar en voz alta con los estúpidos mercanchifles a los que se les ocurrió resucitarla, traicionando el sacro, severo y bestial legado dejado por el autor de Maryland.

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Para el recuerdo, por supuesto, quedan los números posteriores a la muerte de Elektra. En especial, aquel en el que Matt Murdock abre su tumba puesto que no puede aceptar su fallecimiento. La ambientación de todas esas viñetas (llenas de niebla, oscuridad, nieve y un frío que casi se siente en los huesos) es realmente sobrecogedora. A todos los que hemos leído esas mágicas páginas nos queda claro cómo se siente Matt Murdock, el grado de la tragedia experimentada. De hecho, el nivel de angustia, sordidez y elegancia de esas escenas llega a tal grado que hay determinados instantes en los que parece que estamos asistiendo a una película de la Hammer o en los que nos encontramos dentro de un gótico cuento de Poe. En realidad, el nivel sobredimensional pocas veces antes visto de estas escenas se debía, a su vez, a que todos sabíamos que Matt Murdock se culpaba de la muerte de Elektra porque la vida de su ejecutor, Bullseye, había estado en sus manos unos números antes y, finalmente, había optado por perdonarlo (aun siendo consciente del riesgo que su decisión entrañaba) y seguir la vía de la justicia. Lo que provocaba que la asfixia, la culpa, la zozobra y el desconsuelo reinasen a sus anchas en medio de un cómic que, por momentos, se convertía en una historia de terror sobrenatural. En una novela de fantasmas. Todo eso sin dejar de lado su tono de crónica sucia y de novela negra.

Miller estaba dando lo mejor de sí, llevando al terreno adulto a un personaje y a un género que parecía, en sus manos, no tener límites. De improviso, con Miller descubríamos que no había muchas diferencias entre una novela existencialista y un cómic de superhéroes. También que los héroes maś sobrecogedores no son los que vencen siempre sino los que más sufren y son capaces de superarse a sí mismos diariamente. Y, por supuesto, vislumbrábamos que, en realidad, los superhéroes no nos atraían tanto por sus diferencias con nosotros sino por sus similitudes. Esto último gracias a poner el foco no tanto en las hazañas de Daredevil sino en las dudas y problemas personales de Matt Murdock. Las cuales llevaba a tal extremo que dejaba a las de, por ejemplo, Peter Parker a un nivel juvenil.

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Por si todo esto fuera poco, Frank Miller introdujo durante varios números una serie de subtramas llenas de interés. Todo lo que, por ejemplo, tiene que ver con las organizaciones ninjas funciona muy bien. No sé ni cómo pero Miller fue capaz de combinar la estética samurái con la de la novela negra. Lo que deja a las claras lo inspirado que se encontraba. No sé si alguien, de hecho, ha logrado tal grado de entendimiento y equilibrio entre las clásicas novelas de Raymond Chandler y las (viejas y modernas) pelis niponas de guerrero samuráis. En realidad, siendo sinceros, creo que el guionista y dibujante norteamericano se encontraba tan inspirado por aquellos años que, mismamente, podía haber introducido a ranas parlanchinas o a la mismísima Alicia de Carrol y hubiera encontrado la manera de que encajasen en sus historias. Aunque lo cierto es que precisamente uno de los méritos de su Daredevil fue lograr aislarlo prácticamente del resto de colecciones Marvel. Conseguir que, sin dejar de ser un superhéroe y sin restarle un ápice de su identidad, Daredevil pareciera vivir en su propio mundo autónomo. Algo que dotaba de aún más fuerza y dramatismo las viñetas. Porque, por momentos, parecía un hombre solo, totalmente solo, en lucha contra el mal. El omnipotente mal.

Por supuesto, es inevitable también mencionar el trato que Miller logró dar a diversos personajes secundarios como Foggy Nelson o Ben Urich. Más que nada porque consiguió algo bien difícil: resaltar su estatura épica centrándose en su vida cotidiana, sin necesidad de poner el foco más que en su día a día. Un hecho con el que Miller dejaba claro su opinión sobre Nueva York (otra gran protagonista de Daredevil). Una ciudad tan dura y difícil, tan llena de violencia, corrupción y crimen que el mero hecho de vivir en ella y sobrevivir dotaba de una dimensión heroica  a los ciudadanos más normales.

También, claro, es necesario citar a otro de los grandes personajes ideados por Miller. Me refiero al maestro ciego Stick. Alguien misterioso y sobrado de carisma que sirvió para reinventar el pasado de Daredevil, hacer más comprensible su camino de aprendizaje hasta convertirse en un héroe. Permitiendo cubrir una serie de huecos vacíos que los anteriores guionistas de la colección no habían detectado. Más que nada porque Daredevil, como casi todos los primeros superhéroes de Marvel, fue creado un tanto apresuradamente. Sin centrarse en detalles que, con el tiempo, sí fueron teniendo mucha mayor importancia, puesto que para Stan Lee (más que el lento desarrollo dramático de su personaje) lo importante era aprovecharse del tirón de Spider-Man. Tener a otro enmascarado en uniforme saltando por las azoteas de Nueva York e intentar sacar tajada del tirón de ventas del que comenzaba a disfrutar este género en los 60.

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En fin, por si no ha quedado claro, lo repito. El Daredevil de Miller y Janson es una obra magna. De esas que uno no puede borrar de su mente durante meses y que hacen que cunda todo el tiempo invertido en leerlas. Después de esto, ya nada fue igual en la colección. Todos supieron de la grandeza del personaje y comprendieron que si no vendía más no era tanto porque no tuviera carisma sino porque no se encontraba en las manos adecuadas. Los logros, en cualquier caso, de Miller fueron tantos que, aún hoy en día, la colección se encuentra bajo el impacto de lo que realizó. Todo el que ha venido después ha tenido que trabajar en contra o a favor de lo que él hizo cuatro decadas atrás. No ha podido obviar su influencia que ha marcado obviamente también a la serie y a la película sobre el personaje.

No contento con ello, Miller volvería años después de dejar la colección regular para completar su enorme catedral artística con una historia de caída y redención que, posteriormente, sería conocida como Born Again  y publicada independientemente como novela gráfica. Otra cumbre del cómic que merece un espacio aparte porque nadie interrelacionó tan bien el martirio de Cristo con el de un personaje de la Marvel. Nadie llevó nunca tan lejos el proceso de destrucción existencial de un héroe hasta el punto de que los lectores, por momentos, preferíamos ver muerto a Matt Murdock que contemplarlo agonizando por las malolientes calles de los suburbios más peligrosos y desoladores de Nueva York. Shalam

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2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1ºimagen…..a) me fijo en la distribucion del espacio, en las diagonales del rectangulo….b) me fijo tambien en los ojos de escultura griega de la parte superior derech….ojos ciegos…..
    2ºimagen…..los motivos de este juego….
    3ºimagen…..si las catanas fueran fusiles don fº de goya estaria en medio…..
    4ºimagen….me sorprenden los edificios de la parte superior izq……de nuevo estructura en diagonal..
    5ºimagen….la nieve lo cura todo…..
    6ºimagen…..aeroplano azul muy asesino y muy canalla…..
    7ºimagen….en accion los cuernecillos son de fauno…
    PD…..paul rodgers parece que esta estirando o que esta poseido por el demonio electrico..jajajj…su pareja de baile el palo del micro….https://www.youtube.com/watch?v=uyle6hZLxRc…..paul rodgers no suficientemente valorado……

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Me recuerda a una de esas maravillosas escenas de los cómics de Puño de Hierro. 2) Albert Camus: El mito de Sísifo. Imagino un ensayo sobre la ruleta rusa repasando distintas escenas de la historia de la literatura. 3) Muy bueno lo de Goya. Yo me fijo en la letra de The End? ahí atrás. Reminiscencias de The Doors. 4) Fascinante, sobrecogedor ese negro que deja en suspenso el rostro de Elektra, el cual no desvela hasta que se abre el cómic. Todo medido. Esas interjecciones que abren el asombro y la expectación para la llegada de un personaje inolvidable. 5) Edgar Allan Poe. Hammer. «El entierro prematuro». 6) el villano es una mezcla entre un vampiro, un ganster y un personaje del Spirit de Wil Eisner. 7) Me emocionan todas esas portadas. Recuerdo cuando de niño aparecían en el interior de las páginas de cómics Forum. Por aquel entonces, Daredevil no tenía colección. Así que aparecían como complemento en las páginas de Spider-Man. De repente, el complemento superó al plato principal. PD: Bueno. Paul Rodgers es un grande. Entiendo que tal vez en Inglaterra sí lo tengan en un pedestal. Una especie de Janis Joplin masculino con capacidad para ser también un Roger Daltrey.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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