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Ruido viral

Nov 24, 2021 | 2 Comentarios

Dejo a continuación un avería sobre Tuxedomoon que recomiendo leer escuchando una de sus composiciones: «Again».  Ahí va.

Ruido viral

Tuxedomoon eran un cruce entre Schönberg, la música de cámara, el punk y el techno. Su discografía es un salto al vacío. Submarinismo artístico. La banda sonora perfecta para pinchar en medio de una performance surreal o para contemplar lienzos expresionistas y constructivistas.  Las curvas y rectas que componen gran parte de las obras de Kandinksy, por ejemplo, parecen moverse continuamente cuando las contemplamos escuchando una de esas composiciones volatiles de Tuxedomoon que lo mismo parecian describir el vuelo de un pájaro herido que una ciudad submarina o un paisaje mental. 

Existen pocos grupos que hayan logrado crear ritmos afines con la descomposición de la psique humana en la era industrial. Sin dudas, el colectivo norteamericano fue uno de ellos. Basta escuchar uno de sus discos para comprender al instante cuál es el estado mental del mundo contemporáneo. Sus enfermades y sus posibilidades. Aunque, en realidad, Tuxedomoon eran tan vanguardistas, se encontraban tan adelantados a su tiempo que muchos de sus temas podrían aparecer en Blade Runner con absoluta naturalidad. Acompañando a Rick Deckard en medio de un paisaje futurista y distópico. Algo lógico porque (excepto en sus dos primeros discos) nunca hicieron música que pudiéramos identificar con el siglo XX.

Su mirada estaba puesta más allá. En posteriores épocas. No hablaban de sentimientos sino que describían procesos. Preferían hacernos pensar que sentir. Deseaban crear lienzos sonoros. Que cada uno de sus oyentes compusiera una obra a partir de la inquietante estructura de la mayoría de sus composiciones. Sus discos también permiten comprender mejor la obra de Deleuze. Los sueños del filósofo. Así como la tensión que provoca en el ser humano la arquitectura moderna y la dictadura tecnológica. Los incesantes flujos de deseo. 

Ciertamente, me parece lógico que su música aún no haya sido explotada como merece. Puesto que, en cierto modo, es un soundtrack imaginario. Es un vibráfono que capta nuestra incertidumbre no tanto sobre el presente sino sobre el futuro. Un poema descompuesto sin aparente significado que, a pesar de sus palabras deslabazadas y fragmentadas, nos dice mucho más sobre nosotros que otros textos claros y concisos.

En Tuxedomoon los instrumentos son excusas para realizar viajes. No son anclas para decir cosas que la gente necesita escuchar sino invocaciones para decirle cosas a la gente que no sabe que desea escuchar. El saxo y la trompeta en sus discos es lo más parecido a una llamarada épica. A un verso de Rimbaud y un algoritmo de facebook moviéndose libremente en el hiperespacio. 

Los discos de Tuxedomoon eran ideales para escuchar paseando por ciudades modernas. Su capacidad expansiva era tan grande que eran capaces de convertir un breve viaje en una especie de sueño sin necesidad de atravesar el espejo. He escuchado pocos instrumentos tan ralos, áridos y estremecedores como el saxo y la trompeta que sobrevuelan muchos de sus temas parecidos a polvos nocturnos, elegantes gabardinas volando en medio de residuos de basura y calles sucias. 

Tuxedomoon tenían algo existencialista. Algo angustioso y volatil. Algo febril y relajado. Sus discos siempre se encontraban en un límite. Trazaban fronteras. Hacían música que describía el fin del mundo con ánimo curioso. Algunos de sus temas podían formar parte de una novela negra futurista. Eran intimistas pero también expansivos. Tremendamente líricos y nostálgicos pero también despiadados. Y otras tantas de sus composiciones podían aparecer perfectamente en un filme de Cronenberg. Puesto que eran parecidas a virus. Cicatrices poéticas surgidas de una fábrica. Puro spleen industrial. 

La discografia de Tuxedomoon conjugaba en clave disonante las palabras utopía, tecnología y catástrofe. Era ideal para leer una novela de William Burroughs sin prestar demasiada atención al argumento. Únicamente al lento pasar de las frases, las palabras, las sílabas.

Sus composiciones no eran esquizofrénicas sino esquizoides. Trazaban los compases y ritmos adecuados para describir la mente de alguien que es consciente de que ha enloquecido pero no quiere dejar de estar loco. Eran un retrato del mundo posmoderno más preciso que nuestra habitual mirada al espejo de los periódicos y la televisión. La realidad virtual convertida en profecía. La banda sonora de una era en la que libertad y esclavitud son palabras sinónimas. Shalam

المعرفة تتشبث بالعقل مثل الطحالب في الصخور

El saber se aferra a la mente como el musgo a la roca

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1ºimagen….mark rothko,sin limites rectangulo…….(ombligo y pubis)……..
    2ºimagen……winston tong, tendras que sostener con la dos manos una t.v. encima de tu cabeza en la que se televise tu propia cabeza…..(calendario promocional)1984….(misma representacion, misma realidad)…….
    3ºimagen…..telon sin limites…..(cielito, bastante nunca es bastante)…parafraseo…..
    4ºimagen……nos iriamos con «nostalgia» de a.tarkovsky-1983……….se quitan los vegetales y se deja igual todo lo demas…….. (incluir la sombra triangular)…..
    5ºimagen…..somos una industria (triste y poetica)……
    6ºimagen…….miles de flores (con escayolas)……….(new order)
    PD… https://www.youtube.com/watch?v=ZcJQcexH2wI…..sombras chinas…..tuxedomoon lo usaba todo, total.

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Escualo oceánico. Fotografía submarina. 2) Cabaret Voltaire… 3) Grupo inexistente. Fotografía de una instalación en la Feria de Arco. Se ecscucha la música. Se ve al grupo aparecer. Interacción. 4) Caída de cohete en descampado. También avistamiento ovni. 5) Gurpo de movida madrileña.
      6) Exacto. Portada de Power, Corruption and lies. Que estaba basada en la obra de un pintor famoso. PD: bonitas sombras chinescas con las que ilustrar alguna canción de Tuxedomoon.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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