AVERÍA DE POLLOS: Inicio E Música E Haçienda

Haçienda

Abr 18, 2021 | 2 Comentarios

He disfrutado muchísimo leyendo The Haçienda: Cómo no dirigir un club; el libro del salvaje bajista de New Order y Joy Division. Me refiero, ¿cómo no?, a Peter Hook. Uno de esos escasos músicos de la era pop y techno que lograron extraer un sonido inconfundible de su instrumento. Nada suena como el bajo de Peter Hook y si lo hace es porque alguien está inspirándose en él o imitándolo como ocurre, por ejemplo, en Music Complete. Un fantástico y divertido álbum que no he podido terminar de disfrutar del todo porque aún me cuesta digerir la existencia de unos New Order sin Hook y de, por tanto, aceptar que el sonido del bajo no proceda de sus manos sino de un alumno aplicado sin leyenda detrás suya como Tom Chapman.

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En un momento dado del libro, Hook lo explica muy claramente. Como músicos, New Order eran muy maduros. Artísticamente se encontraban en otra dimensión. Su música no tiene edad. Era contemporánea y eterna. Sexual y angelical. New Order convirtieron el techno en arte vanguardista y existencial sin restarle, en ningún momento, comercialidad. Eran mágicos. Más modernos, sensibles y cool que nadie. Cada uno de sus temas sonaba a gloria. A banquete angelical y a un buen viaje de éxtasis. Sin embargo, como individuos, como personas, eran tremendamente inmaduros. (De hecho, su mánager les aconsejó no dar entrevistas; decisión que se demostró muy acertada porque incrementó el misterio de sus componentes). Puesto que no es que no estuvieran preparados para su éxito sino ni tan siquiera para llevar las riendas de una sala de conciertos o una discoteca como demuestran los tres millones de libras que perdieron durante los quince años que mantuvieron abierta en Manchester una de sus máximas creaciones artísticas: el club Haçienda.

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Seré sincero. No creo ser capaz de transmitir la inacabable torpeza, la innumerable cantidad de malas decisiones y el sinfín de situaciones rocambolescas (en los últimos años casi que literalmente la Mafia se había apoderado del club) que Hook describe en su libro.

Había leído en múltiples entrevistas que prácticamente todas las ganancias que New Order tuvieron durante los años en que eran los príncipes del techno-pop fueron invertidas en tapar los múltiples agujeros y pérdidas que producía Haçienda. Como buen alumno aplicado y fan de la banda sabía la teoría. Pero hasta que no me he sumergido en el divertidísimo libro de Hook (impagables también por cierto sus anécdotas referentes a la grabación de Technique en Ibiza) no he tomado real conciencia de la situación. De lo que allí se produjo y se vivió. De todo un cúmulo de locuras que a cualquier persona con la cabeza sobre los hombros le habrían hecho traspasar aquella nave industrial a los tres o cuatro años y salir de allí corriendo lo más dignamente que fuera posible. Porque Haçienda (nombre que se puso en homenaje al slogan situacionista: «la hacienda debe construirse») era un delirio. El distópico castillo de las maravillas de la cultura pop. Un lugar donde todo lo imaginable era posible y cualquier cosa podía suceder. Desde lo más grotesco hasta lo más fabuloso.Y generalmente la balanza siempre se inclinaba hacia lo extraordinario en lo artístico y lo penoso en lo relativo a las finanzas.

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A la inexperencia e inmadurez de Anthony H. Wilson (el director de Factory; el sello discográfico de New Order, The Duruti Column o Happy Mondays entre otros), Hook y sus secuaces así como a su ego y su necesidad de mantener activo un local artístico donde interactuar diariamente con la gente a medida que iban grabando obra maestra tras obra maestra del pop de los 80, le debemos una experiencia única. Porque lo que me queda claro es que muchos de los desconocen todo de Haçienda, tienen una deuda más grande con el club de la que pueden llegar a vislumbrar de un vistazo.

Allí se celebraron desde conciertos de Cabaret Voltaire o The Fall hasta The Smiths y Einstürzende Neubauten cuando su leyenda aún se estaba formando y las discotecas no solían ser los lugares más proclives para los espectáculos en vivo. Allí se comenzó a encumbrar a la figura del dj años antes de que el resto del mundo se postrara a los pies de los chicos revoltosos de la cabina. Se cuidó el diseño para crear un determinado efecto o sensación en los asistentes. Se modificaron los acostumbrados horarios de apertura y cierre. También se gestó en parte la revolución acid y el segundo verano del amor. Había socios. Diversos ambientes. Y, sobre todo, drogas y música vanguardista y bailable. Lo último de lo último (y en la mayoría de las ocasiones o bien con una garantía de calidad exquisita o de jocoso hedonismo) siempre pasaba por Haçienda. Un club que, a pesar de las pérdidas económicas, se convirtió en emblema cultural de una ciudad. De Europa entera. Un palacio posmoderno adelantado a su tiempo que inspiró a un sinfín de espacios culturales de medio mundo para intentar conducir la música y el arte contemporáneo al siglo XXI.

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Tras la  traumática muerte de Ian Curtis, el resto de componentes de Joy Division se cambiaron el nombre, se dieron una vuelta por Nueva York y modificaron su sonido. Las canciones de Joy Division eran parecidas a la cólera de un rey loco encerrado en una prisión o al lamento de un monje sediento. Eran la viva imagen de la desesperación. Tormenta y destrucción. Eran violentas y nihilistas con saña. Gritos de un águila herida y extenuada. Sin embargo, las de New Order reflejaban perfectamente la desorientación juvenil. No remitían a castillos sino a la calle. A la angustia adolescente y al hedonismo sexual.

Su progresivo acercamiento a la música tecnológica se lo debemos en gran parte a su necesidad de alejarse del espectro de un mito caído (Ian Curtis) que amenazaba con devorarles eternamente y a su recorrido por los clubs neoyorquinos. A ese viaje también le debemos Haçienda. Puesto que fue tras volver de su gira norteamericana que tuvieron la idea de intentar trasplantar a Manchester el ambiente de míticos clubs como Studio 54, Ice PalaceParadise Garage, Circo Eléctrico o The Fun House. El resto es leyenda.  Y se encuentra perfectamente explicado en el libro de Hook. Las memorias de un hooligan de la cultura pop. Alguien que, no importa que acierte o se equivoque en sus proyectos, siempre consigue removerme las entrañas y que me entren ganas de bailar. Shalam

الرحمة هي أساس الأخلاق

La compasión es la base de la moralidad

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1ºimagen:…..harian falta 30 personas para rodear el arbol mas grueso de la tierra………….
    2ºimagen:….portada del libro con el mismo diseño (columna señalizada en doble T)………..
    3ºimagen:….mesa de las gogó…..4 bailando………sonrisa………
    4ºimagen:…plaza de toros de cieza……….(plaza de zorros de manchester)…………
    5ºimagen:…..anthony caro y la escultura-industria metalurgica inglesa…………..
    6ºimagen…anthony caro marca la metalurgica señalandola con negro y amarillo para proteger a los asistentes..

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Tetris en la discoteca. 2) píldora infinita de éxtasis: el libro. 3) Super pop. Póster de regalo. 4) Maqueta de edificio de la que forma parte el cielo. 5) Bar Ocio. Murcia. Finales 80-principio 90. Todo casual y, al mismo tiempo, elaborado. 6) Tribu-masa. Vídeo instalación de fiesta en sala de museo sin música.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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