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El muelle

Ago 16, 2021 | 2 Comentarios

La jetée es probablemente una de las películas más comentadas en proporción a los espectadores que la han visto de la historia del cine. Le pasa algo parecido (salvando las distancias) a lo que le ocurrió a la Velvet Underground con su primer disco. No fue muy vendido pero casi todos los que lo compraron en su momento sintieron la tentación y deseo de formar un grupo. En este sentido, si bien es cierto que La jetée no despertó vocaciones cinematográficas en masa sí que provocó un aluvión de reflexiones de buena parte de los filósofos y cinéfilos de la época. Muy probablemente porque el filme de Chris Marker es, ante todo, un ejercicio intelectual. Un acertijo mental. Una paradoja temporal que primero ataca al cerebro y luego a las emociones. Seduce antes por su estética que por su argumento.

Yo, por ejemplo, lo amé desde la primera vez que lo vi sin saber ni de qué iba. Me encontraba en el almacén de un mítico videoclub de Buenos Aires, Liberarte, cuando uno de sus dueños comenzó a proyectarlo en un pequeño televisor y me quedé absolutamente fascinado contemplando sus imágenes. Aquel día me dio absolutamente igual su argumento. Lo importante era su resplandeciente belleza. La poesía que emergía de allí. Y así me ocurrió también la segunda ocasión que lo vi. De hecho, no fue hasta mi tercer encuentro con la obra que comprendí la historia y me di cuenta que la Jetée era una bomba cinematográfica en todos los sentidos: tanto en forma como en fondo.

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Resulta casi imposible separar la aparición del filme de Chris Marker de la época en la que surgió. De hecho, La jetée es en cierta forma tanto una bifurcación como un complemento (al fin y al cabo, Marker había trabajado junto a Resnais tanto en Noche y niebla como en Las estatuas también mueren) de El año pasado en Marienbad. Puesto que ninguna de ambas obras debía ni podía comprenderse cabalmente. De hecho, tenían que disfrutarse suspendiendo el juicio lógico. Eran más música que literatura en el sentido en que rompían con gran parte de las claves narrativas en su búsqueda de una experiencia estética refinada. Por momentos, sensorial.

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Según parece, Marker (o quien se encuentre tras este nombre) era un gran admirador de la obra de Jorge Luis Borges. Algo que no me extraña en absoluto porque el argumento de La jetée es, sin ningún género de dudas, borgeano. El guión termina con una de esas intensas y paradójicas anagnórisis tan frecuentes en los cuentos clásicos del escritor argentino. La confrontación del personaje ante un suceso traumático que lo enfrenta a sí mismo que, en primera instancia, el lector no esperaba aunque, tras varias lecturas, parece el desenlace más lógico de la historia. Casi el único posible.

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Creo que La jetée es Borges más Resnais más Philip K. Dick más un poco de ciencia ficción de bolsillo y de Vértigo de Hitchcock. Referencias que en cualquier caso se encuentran subordinadas al gran logro e invención de Marker: la fotonovela narrada. O tal vez mejor dicho, la fotografía poética. La revista clásica convertida en cine y el cine convertido en periódico. Y también en documental y relato. En suma, en pura magia.

La magia de un filme único e irrepetible que, afortunada y sabiamente, Marker nunca quiso volver a repetir. Imitar. Algo que lo hizo aún más excepcional.

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En los años en que apareció La Jetée corrientes como el estructuralismo hacían todavía furor. Durante su auge, quedó claro que una película no era tan sólo una historia bien contada y emocionante. También era una serie de imágenes ordenadas de una u otra manera. Una combinación matemática de música y voz. Lo que hizo Chris Marker fue poner de relieve la importancia del montaje. Poner de manifiesto que la profundidad del cine radica en su artificialidad.

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No creo que sea casualidad precisamente que en 1962, el mismo año de su estreno, Umberto Eco publicara su célebre Obra abiertaLa jetée es una obra abierta porque aunque Marker cuenta una historia, también deja claro que podría ser otra. Bastaría con combinar de otra manera los fotogramas o que el narrador estableciera nuevas variantes al relato.

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La jetée es un intento extremo de crear una obra infinita. Inacabable. Tiene un final y ese final es perfecto pero todos sabemos que podría ser otro. Ese es también uno de sus grandes méritos y hallazgos. Que, en cierto sentido, intenta acabar con la noción de autor. Todos podríamos participar de la creación de la obra introduciendo unas cuantas variantes. De hecho, sin necesidad de ejecutar muchos vaivenes, puede ser considerada una película sobre fantasmas. Espíritus que se comunican a través del tiempo pero no terminan por establecer contacto. Un poco como si la pantalla de cine fuera una güija y el director un médium.

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Marker impuso la poesía al espectáculo. Su obra se encontraba más cerca de la trilogía de la incomunicación de Antonioni que de la ciencia ficción. Al menos en cuanto a la atmósfera. Lo que, más allá del argumento, transmitía. Creo que porque de lo que habla La jetée es de la muerte no tanto de la cultura sino de la vitalidad europea. Es una obra apocalíptica en la que se alude a una catástrofe que entiendo no es tanto la Tercera Guerra Mundial sino la insociabilidad, el aislamiento o la desorientación. La fragmentación del individuo en un mundo cada vez más extraño, ajeno y amenazador.

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Años antes del estreno de La jetée, Marker había filmado junto a Resnais una suerte de ensayo-ficción-documental, Las estatuas también mueren, donde exponía la pérdida del valor mágico de los tótems sagrados de las culturas antiguas expuestos en esos edificios fríos y cerrados llamados museos.  Puesto que allí el sentido por el que fueron creados se diluía completamente.

Tengo la impresión de que La jetée desarrolla esta idea pero en el ámbito de la cultura occidental. El comercio y el espectáculo estaban quebrando el factor sagrado y mágico del cine como obra de arte. No sé si La jetée lograba recuperarlo pero sí que al menos lo intentaba. Shalam

الفن هو ما يقاوم: يقاوم الموت ، والعبودية ، والعار ، والعار

El arte es lo que resiste: resiste a la muerte, a la servidumbre, a la infamia, a la vergüenza

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    PD1:….acabo de ver «el fotodocumental»……..no lo conocia………guapo…todo el mundo ligara con él……en concreto con el museo de los animales antiguos (arca de noe)….jajajjj
    1ºimagen:….la aceptacion de los hechos……me gusta…..
    2ºimagen:….oye en esta imagen el «experimentado que lleva la camiseta de «el santo» en el film le parece a «pedro ruiz» el entreteiner-humorista que tambien hizo «moros y cristianos» de berlanga…..jajjjj
    3ºimagen:….no sabemos si las lentes son de acercamiento o de alejamiento(efecto prismatico) o simplemente es la iglesia haciendose la interesante…..
    4ºimagen:….el 100 es la muerte…..
    PD2:….solo recuerdo a las «mujeres del escombro» con los cubos llenos de ladrillos….»la jetee» es una historia de amor 7 años despues de «noche y niebla»-1955……
    PDsonido:….https://www.youtube.com/watch?v=mGgMZpGYiy8…..friday i´m in love..the cure

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    • Alejandro Hermosilla

      1) Foto-representación de histeria en gabinete psiquiátrico. 2) No le veo el parecido con Pedro Ruiz en esta foto. Aunque un airecillo sí podría darle a lo lejos..jajjaja. Asesino preparado para matar a víctima durmiente. 3) Muy bueno lo de la iglesia. Monje futurista. 4) Performance en terraza con música de acompañamiento de Ghost. PD1: ¡Qué bueno que la hayas visto! Las fotografías del museo de animales antiguos muy buenas. PD2: Sin dudas, las conexiones con Resnais son sutiles, internas y al mismo tiempo muy claras. PDsonido: siempre me han gustado The Cure y esa canción en concreto mucho aunque no soy muy fan de Wish; el disco en el que aparece.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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