A continuación, dejo la contraportada de Bruja. Mi intención es que provoque pánico al leerla. Que, desde el primer momento, el lector sienta que se encuentra penetrando en un territorio salvaje y prohibido: el de la brujería. Realmente, no resume ni se ajusta al contenido de la novela pero confío que sí provoque ciertas convulsiones en los que la lean.
Ahí va: «Bruja es un óvulo muerto. Un vómito. Una cruz vuelta del revés cuya oscuridad envuelve los rezos y llantos de los niños. Una menstruación de arena negra. Un libro que destroza y al mismo tiempo enaltece a la mujer. Es su bendición y azote. El sueño loco de una adolescente. Una violación literaria que intenta corromper la mente del lector a través de un lenguaje preciosista que invoca mundos lejanos y decadentes pero, en realidad, vibra con la intensidad de nuestro presente. La destrucción de toda esperanza. Reflejando sombríos amaneceres y mundos corrompidos por el aliento de una hechicera encerrada en un castillo y un tiempo eterno. El tiempo del pecado y el mal. De los incendios, las torturas o las vetustas palabras que bañan este libro parecido a un conjuro sangriento. Un vendaval de metáforas insomnes que acaso refleje el rostro de la mujer moderna y la antigua. Su destierro y su guarida. El Apocalipsis y su origen. Un aborto y un parto revueltos en un texto perverso cuya única intención es destrozarlo todo. Hacer estallar las cuevas donde vivos y muertos descansan y convertir el mundo en una inmensa vagina infernal». Shalam
ما حكّ جْلْْْْْدك مثل ظْفرك
Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos

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