Hace años leí una cita que intentaba poner de manifiesto las diferencias entre el cine norteamericano y el europeo. Creo que sugería que en el primer caso, los filmes acostumbraban a terminar en una gasolinera tras una persecución de automóviles por la autopista y que en el segundo caso, empezaban cuando alguien repostaba gasolina y comenzaba a viajar por la carretera sin saber bien adónde. Ha pasado mucho tiempo y no recuerdo ni a quién pertenecía esta afirmación ni su contenido exacto. Así que probablemente lo que acabo de transcribir sea totalmente erróneo. En cualquier caso, me es desde luego mucho más fácil remarcar las desemejanzas entre ambos tipos de cine atendiendo a mis propias observaciones sobre algunos de sus pequeños detalles. Ahí las dejo no sin antes recalcar que, obviamente, existen múltiples excepciones a lo que comento. Por lo que confío que se tomen mis afirmaciones de manera impresionista y no como dogmas:

En los filmes norteamericanos, tengo muchas veces la sensación de poder adivinar qué es lo que los personajes han comido exactamente. Siento al verlos las patatas con ketchup y la hamburguesa incrustadas en sus estómagos o la bebida gaseosa recorriendo su vientre. También tengo la impresión de que algunos de ellos mastican chicle. Su físico es sumamente importante. Casi tanto como su cerebro. Su forma y modo de moverse permite hacerse una idea muy cabal de quién son. El actor norteamericano se vale del físico para imponerse. Su físico es como el dinero para el banquero. Una manera de probar su existencia. De subrayar que existe, respira, vive y también por supuesto come. De ahí que, en muchos casos, sea casi posible adivinar tanto si han cenado pizza, espaguetis, carne como si han desayunado cereales y tostadas con mermelada. Basta citar a las heroínas de Russ Meyer para comprender a lo que apunto. Sus pechos desbordan la pantalla. Es un rasgo que se impone a cualquier caracterización psicológica. Su reivindicación no apunta al intelecto. No se basa en manifiestos sino en la impresionante fuerza con la que la luchan y destrozan a sus enemigos y la desbordante exuberancia de un cuerpo que exige respeto y admiración a la mujer sin necesidad de recurrir ni justificarse en ninguna cita universitaria.

Por el contrario, en el cine europeo nunca alcanzo a adivinar si los personajes han comido algo. Prima la espiritualidad y el gesto por encima del físico. Los actores son conscientes de ser metáforas, símbolos y que siempre remiten a una circunstancia que está más allá de sí mismos. Lo importante es cómo manejan su relación con la muerte. Muchos tienen rostros torturados y lánguidos que advierten que el tiempo se acaba y lo importante por consiguiente no es tanto lo que comen sino aquello en lo que creen. La manera en que conviven con la angustia y el ocaso.

Un ejemplo muy claro asimismo de lo que comento se puede comprobar en el cine de terror y el gore. En La matanza de Texas o en las secuelas de Viernes 13 y otros tantos slasher, lo importante son las vísceras. El terror psicológico siempre está al servicio del físico. Hay múltiples golpes de efecto. Lo esencial son las muñecas rotas, los miembros mutilados o los desbordantes estrangulamientos; en definitiva, la brutal manera en la que mueren las víctimas. Y por ello es absolutamente relevante que la sangre desborde ciertas escenas y se pueda contemplar con más o menos nitidez cómo la sierra corta manos y cuellos. Sin embargo, en el caso del Giallo, la sangre no es un fin en sí mismo sino un medio para conducirnos a otro estado de conciencia. El pavor físico está al servicio del psicológico. El golpe de efecto no es más que el comienzo de una sinalefa inacabable de ecos y aullidos cuyo principio ni final nunca están claros. De hecho, muchas veces el terror europeo se disuelve en sombras. Oscurece aún más la trama. Siempre deja posos de inquietud e incertidumbre que, en el caso del norteamericano, tienen más que ver con la nueva y espectacular manera en la que serán asesinadas las víctimas (el clásico más difícil todavía) en caso de que los productores recauden suficiente dinero como para considerar viable la realización de otra secuela. Shalam

لا أحد كبير في السن لدرجة أنهم لا يعتقدون أنه يمكنهم العيش سنة أخرى

Nadie es tan viejo que no crea poder vivir un año más