Ángeles menores, la novela de Antoine Volodine, es un relato sobre un mundo devastado. Un texto compuesto de fragmentos sueltos semejantes a los suspiros, exhalaciones y lamentos de un condenado. Es un libro de los que se sienten más que de los que se leen. De aquellos en los que el argumento es la excusa para reflejar un estado de ánimo, ahondar en la angustia incrustada en una sociedad derruida tras una catástrofe que nunca se nos explica ni falta que hace.
No sé si las siguientes definiciones servirán para aclarar lo que el lector puede encontrar en la desértica ficción de Volodine pero lo intentaré. Ángeles menores es una versión mucho más abstracta y fragmentaria de La carretera -me refiero, claro, al libro de Cormac McCarthy-. Un encuentro en medio de ninguna parte entre un texto de Mario Bellatin y otro de Maurice Blanchot. Un cruce transgresor entre Pedro Páramo y una película de David Lynch. Una narración llena de energía nuclear. Bombas, impactos, rugidos, rasguños. Más que personajes, en la creación de Volodine encontramos voces. Pensamientos haciéndose y deshaciéndose en medio de un paisaje muerto. Llantos de espíritus evanescentes flotando en medio de un precipicio.
Ángeles menores es puro post-rock. Literatura similar a un disco de Godspeed you black emperor. La novela que hubieran hecho Diabologum en los años 90 de haberse dedicado a la literatura. Un lienzo negro y zombi más peligroso y monstruoso que cualquier libro protagonizado por muertos vivientes.
En el libro hay barcos que vienen y van y vuelven a irse y venir completamente a la deriva, conversaciones parecidas a zarpazos, monólogos que acaban transformándose en ecos y personas cuyo ajusticiamiento se posterga una y otra vez, continuamente, como si vivir fuera realmente el mayor de los castigos y morir la única salvación.
Ángeles menores es un libro que se recuerda mejor que se lee y no está hecho para comprenderlo sino para experimentarlo. Pues al final, no se sabe muy bien lo que ha ocurrido en sus páginas pero se intuye visceralmente lo que se siente al vivir en medio de una catástrofe. En un apocalíptico purgatorio sin esperanza. Shalam
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