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Alas de mariposa

Ago 11, 2021 | 2 Comentarios

Recuerdo muy bien la enorme impresión que me produjo Alas de mariposa cuando la vi hace casi tres décadas. Aquella era, sin dudas, una de las películas más raras, diferentes y bellas que yo había visto hasta entonces. Soy sincero al confesar que se me saltaron las lágrimas al contemplar una escena en concreto y que el día que Juanma Bajo Ulloa estrenó su segunda película, La madre muerta, no tardé un día en acudir al cine y comprar mi entrada entusiasmado.

He de reconocer no obstante que hace varios días volví a ver la ópera prima del director vasco y no me ha gustado tanto como lo hizo en su momento. Hay varios aspectos de la historia que me chirrían actualmente (la aparición del violador no me parece del todo conseguida y la presencia del abuelo creo que es un poco forzada) y ciertas irregularidades que, en su momento, no tomé en cuenta. En otras palabras, cuando tenía 20 años Alas de mariposa me pareció una obra maestra absoluta y hoy en día una película notable. Interesante. Llena de momentos intensos pero también lastrada en otros. Lo que no es obstáculo para seguir considerándola un hito.

Juanma Bajo Ulloa se dejó la piel para llevarla a cabo y se nota. Porque la convicción con la que narra la historia se impone a cualquier otra consideración. Juanma aseguró en su momento que, de no dar a luz su obra, podía haber enfermado o cometido suicidio y me lo creo. Porque Alas de mariposa es una película mucho más visceral de lo que parece. Es casi una confesión. La expulsión de una obsesión. Un vómito lírico. Una pesadilla devuelta a la luz. Y por eso la angustia que transmite es real como también lo son la soledad y la neurosis.

Hay quienes piensan que el guión es un poco forzado aunque a mí me parece muy bien logrado. En realidad, sólo imagino un realizador que hubiera podido filmarlo de mejor manera. Me refiero, claro, a Ingmar Bergman. En este sentido, puedo desde luego vislumbrar perfectamente ciertas escenas de Alas de mariposa siendo rodadas por el director sueco. Y no me refiero únicamente a las magníficas protagonizadas por la rivalidad entre la madre y la hija sino también (y, sobre todo,) algunas menos convincentes como la violación de Ami o las conversaciones de la pareja protagonista que Bergman hubiera posiblemente conducido más allá de donde las lleva un Bajo Ulloa que, a pesar de lo que acabo de apuntar y de ser un director novel, hilvanó esta historia con sabiduría de veterano.

En realidad, como todas las obras de arte interesantes, Alas de mariposa tiene muchas lecturas. Es directa y sincera pero también poliédrica. Hay violaciones, rivalidades enfermizas, retratos infecciosos de la femineidad y la masculinidad, fratricidios, enfermedad. Todo lo que era prácticamente imposible contemplar en el cine español de su época. Y por eso enseguida fue acogida con alborozo por una serie de espectadores acostumbrados a que la mayoría de nuestras películas y el calificativo de burda astracanada fueran de la mano. Había además algo en el filme que permitía pensar que Bajo Ulloa podría acabar por hacer olvidar la alargada sombra de un Víctor Erice que, hastiado de la industria, estaba comenzando a capitular. Dejar de lado su voluntad por hacer cine.

Ciertamente, Ulloa iba un paso más allá que Erice porque incidía más en la psicopatía. Forzaba más los límites del cine y llevaba al extremo a sus personajes. Aunque sí mantenía la mirada poética y maravillosa y ahondaba en los tonos lóbregos de los paisajes.

Coincidió también por aquella época que Julio Médem estrenó su magnífica Vacas. Y no faltaron -entre ellos yo- quienes se relamieron de placer imaginando dos filmografías que prometían llevar al cine español hacia nuevas fronteras artísticas. Tal y como lo hacía, en gran medida, Alas de mariposa. Una película que era en el fondo un cuento de terror que, deformando un poco los personajes, podía perfectamente aparecer en una colección de relatos de los hermanos Grimm. Puesto que ahí estaban algunos de sus componentes: hombres jóvenes sedientos de sexo, una madre posesiva y caprichosa (una espectacular Silvia Munt que desgarra la pantalla con cada una de sus miradas y frases), un padre débil incapaz de sostener con fuerza la vara de un hostigante patriarcado semejante a un monstruo voraz y una muchacha inocente y desvalida, víctima y culpable a la vez de una suma de contradicciones personales, sociales y familiares no resueltas. Un puto laberinto maligno que acababa con una escena que algunos consideran forzada pero a mí me parece el final más lógico de esta dramática historia. La prueba de que el mundo es un infierno estéril y lacerante. Fruto probablemente más del horror que del amor. Shalam

هناك سبب يجعل كل الأشياء على ما هي عليه

Existe una razón por la que todas las cosas son como son

2 Comentarios

  1. andresrosiquemoreno

    1ºimagen:….cuna «contenedor» de color humano (¿ese color existe?)…..que lo inventen!!!!!
    2ºimagen:….mazmorra…………
    3ºimagen:….recuerdo al michel piccoli «cabroncete»…….
    4ºimagen:…..cuentame algo, te escucho………..
    5ºimagen:…..boca sexy, ojos claros y peinado del pensador de don auguste rodin…..jajajjjj
    PD:….https://www.youtube.com/watch?v=mS3ooHP_7IU…paul weller-going to go-go-2021-cover..su voz es vino tinto(del caro)…..fat pop………
    PD2:..https://www.youtube.com/watch?v=QBXoH53ObYo..smokey robinson&the miracles-original..mas
    esos «bailes radiactivos»…….

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  2. Alejandro Hermosilla

    1) La fotografía es un recorte de aquellas que ponían en los cines anunciando las películas. Ese color, coincido, era mágica. Casi una experiencia fetichista contemplarlo. 2) Vampira de película de Darío Argento.3) «A mí tú no me engañas». 4) lienzo de cocina primaveral realizado durante un largo invierno con paciendia. 5) Adolescencia salvaje y frágil. Retrato veraz de muchacha vista durante unos minutos en un bar de copas de San Sebastián. PD: llevo queriendo hacer un avería sobre Paul Weller varios años pero no me termina de llegar su etapa en solitario. Incluyo este tema. Aunque adoro sus discos con The jam. 2) Canción e imágenes encantadoras.

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Autor: Alejandro Hermosilla

Mi nombre (creo) es Alejandro Hermosilla. Amo la escritura de Thomas Bernhard, Salvador Elizondo, Antonin Artaud, Georges Bataille y Lautreamont.

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