El expreso de medianoche es una bomba cinematográfica. Una de las mas potentes obras que se han filmado jamás sobre la soledad. Alan Parker logró transmitir perfectamente la sensación de desamparo y la angustia sufridas por un joven norteamericano, Billy Hayes, capturado por la policía turca cuando abordaba el avión hacia su país con dos kilos de hachís ocultos en su cuerpo y botas. Por desgracia, últimamente se escucha más hablar de la película debido a las acusaciones de racismo recibidas fruto de la visión maniquea ofrecida de los turcos que por sus méritos artísticos. Que no son pocos. La prueba radica en que si el filme no fuera bueno (imaginemos, por ejemplo, el típico producto televisivo de sobremesa que se ocupara del mismo caso) nadie se molestaría en denigrarlo. Habría pasado sin pena ni gloria y sería completamente ignorado. Pero hay una radical verdad en El expreso que convierte la obra en universal. Que el viaje a los infiernos que narra podríamos haberlo vivido cualquiera de tomar la decisión equivocada en el lugar erróneo durante nuestra juventud. Y Parker logra transmitirnos esa sensación con absoluta rotundidad. Por K.O. Como un boxeador letal. Hace unos días volví a ver la película y me quedé clavado en la pantalla. Eso no lo consigue un director cualquiera. En realidad, quien se coloca frente a El expreso de medianoche siempre está solo. Tan solo como su protagonista en medio de una prisión dantesca. Esa es la clave.
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Es obvio que Alan Parker tira de efectismos para lograr transmitir la sensación de orfandad y desvalimiento de Billy en la cárcel. El expreso de medianoche no es Un condenado ha muerte se ha escapado. Parker no es Bresson ni falta que hace. Mientras Bresson escatima recursos e intenta huir en lo posible del montaje o de captar el sonido ambiente, Parker golpea con fuerza el play para que suene la mítica, inolvidable banda sonora compuesta por Giorgio Moroder y rueda unas cuantas escenas carcelarias que parecen salidas de un videoclip. Allí donde Bresson huye de efectismos y evita el espectáculo, Parker pone el foco en los golpes y las peleas.
Alan Parker manipula. Pero como cualquier creador. Desde Welles a Buñuel. Lo importante es que lo hace bien.
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En realidad, El expreso de medianoche tiene apariencia de filme realista pero no lo es. Llega de hecho un momento en que no importa el realismo ni la veracidad que, al fin y al cabo, no son más que el punto de partida de la película. Son la pista de salida para introducirnos en la contundente máquina de soledad y desesperación construida por Parker. Una película, en el fondo, expresionista que exige (y consigue) una identificación completa con su protagonista.
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Ayer escribí un avería sobre John Hurt. ¿Cómo no hacerlo después de ver su impresionante interpretación en El expreso? Todos los actores están muy bien. Pero lo de Hurt roza lo sublime. Está tan excelso que ni tan siquiera parece él. Se confunde totalmente con su personaje. Transmite completa desgana y apatía. La sabiduría del perdedor. Cuando lo dejamos atrás, a nadie le cabe duda de que está completamente perdido. Y Brad Davis, por otra parte, está increíble. Por momentos, parece el típico joven inmaduro; por momentos, un tipo condenado sin salida que transmite desasosiego. La escena en la que, absolutamente descompuesto, se masturba frente a Irene Miracle (la novia de Billy) separado por un cristal, en un pequeño cuarto de visitas es realmente apabullante. La viva imagen de un teatro de pesadilla. Un delirio sadeano. Como toda esa onírica e impresionante parte final de la película.
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En realidad, el mérito de lo bien que funciona El expreso no es sólo de Parker. También es de Oliver Stone. Su guión es muy, muy bueno. A él le debemos, por ejemplo, la mítica escena final. Una de las mejores de la historia del cine. Esa en la que Billy, vestido de guardia, sale de la carcel y, tras escasos metros caminando, se cruza con un coche militar que, afortunadamente, pasa de largo. ¿Quién no siente en esos momento idéntico escalofrío al que experimenta el muchacho?
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A Stone también le debemos importantes cambios que hacen que la película funcione como un cañón cinematográfico. El Billy real no mató, por ejemplo, al temible y odioso Hamidou ni sufrió ningún intento de violación. Ya el hecho de estar condenado a pasar treinta años de su vida (que luego recortaron hasta quedarse en ocho) en aquellas cloacas era más que suficiente para desesperarse. Y tampoco se fugó de una cárcel de Estambul disfrazado de carcelero. Lo hizo en una prisión situada en la isla de Imrali durante una noche de tormenta subiéndose a una embarcación. Pero ambas modificaciones funcionan perfectamente. No tuvo por cierto que cambiar prácticamente nada Stone (tan sólo detalles como la presencia de la novia) de la escena en que Billy es atrapado en el aeropuerto. Otra cumbre del cine moderno. Cada vez que la veo (y no me canso de hacerlo) puedo percibir perfectamente la humedad de la noche turca y oler y palpar el sudor del joven rebelde y aventurero capturado por la autoridad. Estoy en ese mismo momento ahí yo también. Subiendo las escalerillas del avión mirando atrás de tanto en tanto para saber qué ha ocurrido exactamente.
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Tampoco que yo recuerde de mi lectura del libro en que se basa la película hubo, en ningún momento, un intento de fuga por los subterráneos de la prisión. Eso debe ser un aporte de Stone. Y por supuesto, esa escena funciona perfectamente. Incide aún más en el desanimo y la desesperanza. Y creo que contribuye a marcar la distancia de El expreso con otras películas de reos. En muchas del pasado, los presos habrían estado desvelándose y turnándose hasta hacer un agujero en el muro de cemento. Ese mismo detalle habría sido, por ejemplo, mucho más explotado en Papillon. Filme que ponía más el foco en el heroísmo, en la épica de los fracasados que en los sufrimientos y torturas. El malestar existencial. Más en la posible huida que en la destrucción personal. Algo que sí que caracteriza plenamente la película de Parker que convirtió el castigo físico y la demolición psíquica en un espectáculo. Una dimensión abstracta y, al mismo tiempo, carnal. Una puta locura. Porque el director inglés estaba más interesado en captar el sufrimiento interno que en el realismo. Lógicamente, los turcos se quejaron al ver el resultado. Si la película era una venganza política, dio en el centro de la diana. Si no, también. Fuera por acción refleja contra los estropicios en su imagen llevados a cabo por este filme o por una decisión interna, realizaron un lavado de cara de su sistema carcelario. O al menos, eso dijeron. Y el filme logró realmente un gran éxito.
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Hay algo en lo que El expreso de medianoche también daba un paso más respecto a otras obras. Lograba, por ejemplo, retratar perfectamente todo ese engranaje de justicia descrito por Franz Kafka en El proceso. Nos gustará más o menos la película, pero el comportamiento del abogado que defiende a Billy resulta muy familiar y creíble. Y los vericuetos de los juzgados tan angustiosos como temibles. Billy es por momentos un personaje kafkiano. Vive una de esas horrendas situaciones experimentadas por los personajes del escritor checo. Pero Parker además nos muestra sus sufrimientos en la cárcel. La base, al fin y al cabo, de la película. Convertirnos a todos durante dos horas en el maltratado joven que vemos en pantalla. Hacernos experimentar su inacabable agonía. Shalam
قليلون يرون ما نحن عليه ، لكن الجميع يرون ما نتظاهر به
Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos
andresrosiquemoreno
el febrero 13, 2021 a las 8:10 pm
1ºimagen:…..pintura de caravaggio..(es la primera fotografia que me produce la idea del gran y diferente caravaggio)……extraordinaria…………..
2ºimagen:…..estoy perdido….vaya mierdon!!!!!…………..
3ºimagen:….la edad media en la edad contemporanea…….un templo utilizado como carcel…………
4ºimagen:….como es posible lo que me esta sucediendo…………..
5ºimagen:….si supieras que te tu fisico se parece mucho a uno de los chulos-putas alemanes de «stroszek»…..
6ºimagen:….vaya pedazo de amargura turca ………..no sonrisa……….
1) Sí. Un Garavaggio. Correcto. De hecho, en esa escena el personaje se comporta como una de las violentas figuras del pintor renacentista. 2) Bruce Banner intentando contenerse para no convertirse en Hulk. 3) Grupo de folk rock tomando decisiones para el nuevo disco a grabar 4) El momento en que Bruce Banner comienza a transformarse en Hulk. 5) Visita de un futbolista alemán, Ruddi Voller, a una cárcel o a una mina. 6) Aquí en vez de estar a punto de convertirse en Hulk parece a punto de convertirse en Tom Cruise.
1ºimagen:…..pintura de caravaggio..(es la primera fotografia que me produce la idea del gran y diferente caravaggio)……extraordinaria…………..
2ºimagen:…..estoy perdido….vaya mierdon!!!!!…………..
3ºimagen:….la edad media en la edad contemporanea…….un templo utilizado como carcel…………
4ºimagen:….como es posible lo que me esta sucediendo…………..
5ºimagen:….si supieras que te tu fisico se parece mucho a uno de los chulos-putas alemanes de «stroszek»…..
6ºimagen:….vaya pedazo de amargura turca ………..no sonrisa……….
1) Sí. Un Garavaggio. Correcto. De hecho, en esa escena el personaje se comporta como una de las violentas figuras del pintor renacentista. 2) Bruce Banner intentando contenerse para no convertirse en Hulk. 3) Grupo de folk rock tomando decisiones para el nuevo disco a grabar 4) El momento en que Bruce Banner comienza a transformarse en Hulk. 5) Visita de un futbolista alemán, Ruddi Voller, a una cárcel o a una mina. 6) Aquí en vez de estar a punto de convertirse en Hulk parece a punto de convertirse en Tom Cruise.